Foto por Dawn Armfield
Derek pudo haber presionado el cuello del pobre George, pero quien lo mató fue Trump: él es la fuente de todo este malestar, el catalizador del racismo en Norteamérica y el responsable de la escalada. Si tengo que afirmar algo entonces que sea: #thisgoesonyoutrump.
Parecía un día cualquiera en Minnesota, Estados Unidos. Derek Chauvin no es el más ejemplar de los agentes del orden: 12 denuncias es un número que excede la media de lo que cargan los registros sobre un oficial promedio. Pero esto no hace a Derek un sujeto extraordinario. Los oficiales que patrullan las calles están más expuestos y muchas veces terminan perdiendo el tacto, la paciencia y hasta la solidaridad.
Probablemente fuera una de los cientos de ocasiones en que Derek hacía lo mismo, en que aplicaba más fuerza de la usual convirtiendo al reo en una víctima del abuso de poder. Probablemente George Floyd fuera una de los cientos de personas que gritaban y se quejaban por el proceder de la policía. Derek no le importó mucho, quizás hasta despreciara su manifiesta debilidad. Se arriesgó como en otros cientos de veces a que hicieran una denuncia contra él. “La gente siempre dice que es inocente” pudo ser una frase que pasara por su cabeza.
Para haber sido detenido in fraganti George Floyd se comportó muy pacíficamente. No se resistió. No le costó mucho trabajo a Derek reducirlo. No lo empujó, ni le propinó una paliza, no lo intimidó brutalmente con su arma. Pero sí lo llevó hasta el suelo bocabajo mientras presionaba con su rodilla sobre el cuello de Floyd; ocho minutos después en lugar de ser conducido en una patrulla, es transportado en ambulancia: el reo es occiso. En ese punto no se sabe qué pasó por la mente del agente Derek, pero quedó grabado en alto contraste cómo un hombre negro moría bajo la rodilla de un policía blanco.
Aunque el alcalde de Minnesota afirmó que se trataba de un caso de agresión racista por parte del agente, no se tiene nada concreto. No sabemos si las intenciones de Derek eran homicidas, racistas, lesivas o si simplemente tuvo un mal día. No se sabe si la salud de Floyd estaba susceptible o siquiera si en concreto había causa justificada para imputarlo. Solo se sabe que los agentes que participaron fueron suspendidos y puestos bajo investigación. El fiscal quizás haya sido demasiado cándido al haber expresado que no tenía pruebas suficientes para iniciar una imputación penal[1].
La indignación, la frustración y la ira se levantaron en Minnesota. Las muestras de solidaridad por parte de la población y de las redes sociales se hicieron sentir. Miles de personas, artistas, y funcionarios manifestaron su condena a lo ocurrido. Pero nada ha sido suficiente para calmar la furia. Las protestas pacíficas pronto cedieron a enfrentamientos directos con la policía. Al cuarto día de la muerte de George Floyd, Minnesota es un infierno.
El tercer cuartel general de la policía de la ciudad ha quedado reducido a cenizas. Los más de 800 agentes que intentaban controlar la situación han tenido que huir. El fuego se extiende violentamente junto con la turba de manifestantes y denunciantes que se han vuelto una jauría de bestias sedientas de sangre y destrucción. Más de 170 negocios han sido saqueados y destruidos durante los disturbios y las cifras siguen en aumento. Trump ya hizo de las suyas y ha tildado de matones a la masa de protestantes y ha dado orientaciones para que intervenga la Guardia Nacional.
Las redes sociales han tenido un papel estimulante. Ahora bajo el hashtag #icantbreathe cientos de artistas, intelectuales y activistas legitiman las acciones que se están llevando a cabo. Parece una revolución por los crímenes contra los afroamericanos. Pero lo que yo veo es un escenario digno del Joker en Batman, The Dark Night (Nolan, 2008). Los instintos más mezquinos del hombre han salido a flote. Hasta el coronavirus se ha borrado de la mente de la gente.
Es improbable que la sola muerte de un afroamericano a manos de un agente —blanco— de la policía haya generado tal escalada de violencia, como tampoco lo es que un fósforo en el piso genere un incendio, a no ser que haya una fuga de gas. Esto es lo que había en Minnesota, esto es lo que ha habido en Estados Unidos por los últimos 4 años: una fuga. Desde que Donald Trump entró en el poder, las violaciones contra los derechos de los afroamericanos han escalado. El manifiesto discurso racista ha hecho retroceder los avances de las luchas cívicas de Norteamérica. Con su cohorte de energúmenos supremacistas blancos la némesis negra sólo necesitaba un incentivo, el más mínimo. Esta fue la gota que colmó el vaso. La crisis ha estallado.
Estoy de parte de las luchas en contra de la discriminación y a favor de que se haga justicia, pero no he podido más que indignarme ante a los acontecimientos. No se está haciendo justicia a George Floyd, sino que como en otras múltiples ocasiones se le está tomando de bandera. Ahora todo lo que se haga en nombre de Floyd está justificado. Pero no es así. ¿Que tienen que ver los 170 comercios y las familias que de ellos dependían con la muerte de Floyd? ¿Acaso los policías todos son racistas y cómplices de delitos de odio contra los afroamericanos? ¿Por uno pagan todos? ¿La muerte de uno justifica que se reduzca Minnesota a cenizas?
La línea que separa la justicia de la venganza es casi siempre muy ligera, pero acá solo tenemos violencia. Y de intervenir la Guardia Nacional habrá más. Todavía no me quedan claras las intenciones de semejante destrucción. Las demandas de Martin Luther King y Malcolm X me parecían claras al igual que sus luchas y reclamos. Pero esto que está ocurriendo es simplemente una situación fuera de control. Por esa razón llamo a no caer en el espejismo de las redes sociales y a aceptar ciegamente todo lo que se haga parapetándose en #icantbreathe. La destrucción de propiedad, el robo, la violencia, el pillaje, todos, así como el homicidio son también crímenes. Por eso no encontrarán ese lema en mi muro, por más que me lamente por la injusta e innecesaria muerte de Floyd.
No obstante, sí encontrarán mi manifiesto desdén ante el verdadero culpable de este desastre. Tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe.
Derek pudo haber presionado el cuello del pobre George, pero quien lo mató fue Trump: él es la fuente de todo este malestar, el catalizador del racismo en Norteamérica y el responsable de la escalada. Si tengo que afirmar algo entonces que sea: #thisgoesonyoutrump.
Notas
[1] En las últimas horas los eventos se han precipitado. Se sabe que la esposa del exoficial había puesto los papales del divorcio y que ambos, víctima y victimario, habían trabajado en el mismo club como guardias de seguridad. Al momento de la publicación de este trabajo el exoficial ya ha sido arrestado, y acusado de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario en la muerte de Floyd. Se anticipan más arrestos y cargos, según el fiscal del condado de Hennepin, Michael Freeman.
Excelente, saludos