Perfiles: La Filosofía del Diálogo y el Existencialismo de Martin Buber

febrero 6, 2019
Martin Buber Existencialismo

Una Introducción a Martin Buber

Martin Buber fue filósofo, teólogo, traductor, activista político, y uno de los escritores más sugestivos del llamado existencialismo. Su pertenencia a este grupo de pensadores puede ser discutida, no tanto por él, como por lo impreciso del término. No obstante, para muchos, su filosofía del diálogo se enmarca específicamente dentro del existencialismo religioso.

La labor de Buber sobrepasó el marco teórico y se insertó también en el activismo político. Específicamente, en la aspiración de colaboración y diálogo entre árabes y judíos por la formación de un estado binacional.

Su Vida

Martin (Mordechai) Buber nació en Viena el 8 de febrero de 1879. Fue educado bajo la tutela de su abuelo Salomón Buber, quien fuera un reconocido hebraísta y respetada autoridad de la Haskalá, el Iluminismo judaico. Buber captó desde la adolescencia el espíritu renovador de este movimiento que significó la entrada del judaísmo a la vida moderna.

Tuvo una educación multilingüe que le permitió dominar cinco idiomas: alemán, yidis, francés, hebreo y polaco. Estudió filosofía y arte en universidades de Viena, Leipzig, Zürich y Berlín. En esta última defendió su doctorado en 1904. De estudiante se unió a la Organización Sionista fundada por Theodor Herzl. No obstante, muy pronto se separó de la política oficial del sionismo, adoptando un enfoque más cultural del mismo.

Posteriormente fundó el periódico Der Jude y la editora Jüdischer Verlag. Estas publicaciones encaminaron el movimiento nacionalista judaico en Europa Central.

Para 1923 la Universidad de Frankfurt am Main le nombra profesor de Historia de la Religión y Ética Judaica, y posteriormente de Historia de las Religiones. En 1933, bajo presión nazi, renunció a sus puestos y en 1938 abandonó definitivamente Alemania.

En Palestina asumió la cátedra de Filosofía Social de la Universidad Hebraica de Jerusalén —de la que ya había sido nombrado titular desde 1935— y laboró también en la formación de profesionales para la educación, fundando y dirigiendo en sus primeros años el Instituto Israelí para la Educación de Adultos.

Como parte de su labor para la reconciliación entre árabes y judíos, dirigió la asociación Ichud (en hebreo Unión). En la última etapa de su vida se dedicó a asesorar en los kibutzim hasta la fecha de su fallecimiento el 13 de junio de 1965, a los 87 años de edad.

Orígenes, Influencias y Alcance de su Filosofar

En su filosofía confluyen las enseñanzas y el misticismo de la tradición jasídica moderna. Esta última, es un movimiento que se gestó desde el interior de la fe hebrea en Europa Central. Israel ben Eliezer de Mesbitsch (Ba‘al Schem Tov) fue el iniciador a mediados del siglo XVIII.

Otras ideas que confluyen son el pensamiento de sus profesores, Wilhelm Dilthey y Georg Simmel, la filosofía kantiana, las teorías de Sören Kierkegaard y de Friedrich Nietzsche.

De una extensa labor teórica dentro del ámbito propiamente filosófico, su legado incluye además innumerables artículos, conferencias y ensayos. Muchos de estos están dedicados a la situación política surgida con la creación de Israel y el contexto de efervescencia nacionalista que le precede.

Otros textos suyos de gran valor son los dedicados a las historias de la tradición hebrea, particularmente las referidas al jasidismo, contando con obras de exquisita factura como Los cuentos de Rabi Nachman (1907), Sobre el judaísmo (1923) y La fe profética (1950).

En el ámbito teológico destaca su traducción de la Biblia judía que comenzó en 1925 junto a Franz Rosenzweig y que tras la muerte de este último en 1929 continuó solo, hasta su terminación en Jerusalén en 1961.

 

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La Filosofía del Diálogo

El núcleo del pensamiento de Buber se encuentra en su obra emblemática Yo y Tú (1923). En ella define esencialmente los fundamentos de la filosofía del diálogo.

Esta teoría tiene su origen en la manera en que se da la doble actitud del hombre frente al mundo. Esta se expresa en los pares de conceptos Yo-Ello y Yo-Tú. Relaciones primordiales que no tienen sentido sino como parejas que indican las relaciones del hombre en tanto tenciones duales.

La pareja de conceptos Yo-Ello refleja las relaciones utilitarias del hombre con los objetos. El mundo pertenece a este par de términos en cuanto experiencia. Por otro lado, la pareja Yo-Tú, concibe al Tú como algo que se presenta de manera extraordinaria. Este aparece de forma espontánea, y no se puede generar intencionalmente. La única posibilidad de acceder al ser, indica Buber, es identificando al otro que se da en la relación Yo-Tú.

En la inmanencia de estas relaciones es que se concibe el mundo, un mundo que se construye en tres esferas:

 

  1. Nuestra vida con la naturaleza
  2. La esfera de la vida con los hombres
  3. La comunicación con las formas inteligibles

 

En las tres esferas se manifiesta el Tú eterno o trascendente. Según él, esta es la forma en que queda expresada la dimensión teológica. Con esta interpretación, Buber niega la teología tradicional por la cual Dios queda resumido a un Ello del que se habla. El Tú eterno viene, además, a suplir la deficiencia de la relación con el Tú singular: su finitud, el hecho de estar condenado a volver nuevamente al mundo del Ello.

Para Buber, ambas relaciones (Yo-Ello y Yo-Tú) son imprescindibles. El problema está dado, entonces, por la preponderancia de la relación Yo-Ello en los vínculos humanos, en los que el otro es utilizado como un medio y no concebido como fin.

La necesidad de superar esta dificultad será la base de su imperativo ético y la relación verdadera interhumana.

Sobre su Antropología

Expresión de esta filosofía del diálogo es el desarrollo de sus ideas antropológicas.

Sus ideas al respecto quedan resumidas en el libro ¿Qué es el hombre? (1942). Este es el fruto de un curso de verano, exactamente del año 1938. En esta obra, tras repasar los modelos más significativos del problema antropológico en la Historia de la Filosofía, devela las deficiencias que impiden a las disciplinas filosóficas y científicas abarcar al hombre en su totalidad.

La naciente antropología filosófica tampoco escapa a sus observaciones. Buber entiende que, al igual que los intentos anteriores de develar la totalidad de lo humano, la antropología filosófica convierte al hombre en un objeto de estudio.

El motivo que mueve su reflexión es tratar de superar estas reducciones en aras de alcanzar un conocimiento completo del hombre que incluye más allá de lo pensado y de lo dicho lo vivido. Más allá de lo histórico está lo ahistórico, más allá de lo científico lo metafísico, superando así todo distanciamiento y oposición del hombre al hombre.

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