Por Waya Quiviger
Muchos analistas afirman que las elecciones de 2024 serán las más importantes en EE.UU. desde 1860. La mayoría de los europeos probablemente estarían de acuerdo. Lo que está en juego no es solo el futuro de la democracia en América, sino posiblemente el futuro del orden internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial.
Las relaciones transatlánticas son el corazón palpitante de este orden. Se debilitaron significativamente durante la presidencia de Trump, se reforzaron algo bajo Biden y ahora corren el peligro de volver a ser puestas a prueba si Trump regresa a la Casa Blanca.
Estas elecciones también están llenas de incertidumbre. A menos de cuatro semanas de la jornada electoral, Harris y Trump están empatados en estados clave. El conflicto creciente en Oriente Medio solo añade más incertidumbre en la recta final antes de las elecciones.
La carrera de 2024 ha sido una de las más dramáticas e impredecibles de las últimas décadas, marcada por dos intentos de asesinato contra Trump, su reciente condena penal, y el retiro repentino de Biden en favor de su vicepresidenta. Dada la trayectoria de Trump, tampoco se puede descartar el riesgo real y preocupante de que los resultados electorales sean disputados si los resultados son muy ajustados, y ninguna de las partes esté dispuesta a ceder.
La OTAN y la guerra en Ucrania: el principal punto de discordia
Uno de los mayores puntos de diferencia entre los dos candidatos es la postura de Trump hacia la OTAN y su falta de apoyo a Ucrania. Trump ha afirmado que podría terminar la guerra en Ucrania en 24 horas, aunque hay poca confianza en que un plan de paz liderado por él proteja la integridad territorial y la soberanía de Ucrania.
Cuando fue presidente, Trump incluso amenazó con abandonar la OTAN. Si llegara a cumplir esta amenaza, fortalecería a adversarios como Rusia y pondría en riesgo la seguridad europea.
Harris, en contraste, ha mostrado un apoyo inquebrantable a la OTAN y a Ucrania. Si fuera elegida, esto seguiría reforzando la arquitectura de seguridad que ha mantenido la estabilidad europea desde la Segunda Guerra Mundial. No obstante, incluso si Harris gana, la UE debería construir sus propias capacidades de disuasión y defensa, y reducir su fuerte dependencia de EE.UU.
Relaciones comerciales
La relación económica entre la UE y EE.UU. es la más grande del mundo, con un comercio valorado en más de 1,3 billones de dólares anualmente. El comercio anual entre EE.UU. y China, en comparación, está valorado en 758.000 millones de dólares. EE.UU. tiene grandes déficits con ambos.
Ante esto, Trump ha prometido un arancel del 10% sobre todas las importaciones y nuevos aranceles del 60% o más sobre todos los productos provenientes de China. Considera a la UE un competidor, al igual que China.
No hay razón para pensar que el enfoque de Harris será más suave; Biden también ha sido duro con la UE, y Harris probablemente continuará con sus políticas. Su campaña también parece estar adoptando una postura anti-China.
Por lo tanto, la UE enfrentará aranceles en sus exportaciones a EE.UU., así como presión de la nueva administración para ser dura con China. Independientemente del resultado de las elecciones, existe un riesgo real de mayor competencia entre la UE y EE.UU., con ambas partes respondiendo a los aranceles con políticas proteccionistas.
Hay formas de evitar o mitigar los conflictos comerciales, como a través del diálogo en el Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE.UU. (TTC) para resolver disputas antes de que ocurran. La UE también debería intentar diversificar y asegurar acuerdos comerciales con otros socios como Mercosur e India.
Política climática
Por último, está la política climática del próximo presidente de EE.UU. Trump ha prometido retirarse nuevamente del Acuerdo de París de 2015 si es reelegido. También ha prometido aumentar la producción de petróleo y gas («¡Perfora, nena, perfora!»). Estas medidas harían casi imposible alcanzar el objetivo del Acuerdo de limitar el calentamiento global a 1,5°C.
Por su parte, Harris ha guardado un inquietante silencio sobre los temas climáticos durante su campaña, lo cual tampoco augura nada bueno para los esfuerzos europeos por abordar el desafío climático.
Este atículo fue publicado por primera vez en The Conversation en inglés y traducido por Dialektika. Para leer el original siga el enlace.