Los desarrolladores de IA han integrado rápidamente sus productos en la sociedad, incluido el sector educativo. Esto ha hecho que nosotros, los educadores, nos sintamos abrumados y amenazados, y con razón. Los asistentes de escritura impulsados por IA plantean un grave problema, o al menos eso parece. Una preocupación común entre los profesores es que los alumnos cometan fraude. Para hacer frente a este problema, se esfuerzan por desarrollar métodos de evaluación alternativos, ya que los ensayos corren el riesgo de quedarse obsoletos. Sin embargo, más allá del fraude, a muchos educadores les preocupan los resultados del aprendizaje, el daño a la educación y el riesgo existencial para los profesores de redacción. En consecuencia, abogan por la utilización de detectores de IA o de marcas de agua en los textos producidos con IA como medidas disuasorias.
Como muchos otros inventos, los modelos de lenguaje de gran tamaño o LLM (siglas en inglés para Large Language Model) tienen consecuencias tanto negativas como positivas. Por ejemplo, los LLM pueden beneficiar especialmente a poblaciones marginadas, como los estudiantes con escasos conocimientos de composición en inglés, que se sienten seguros y menos ansiosos a la hora de escribir. Estos estudiantes pueden pedir ayuda a ChatGPT para revisar la gramática, editar, mejorar la estructura de las frases y recibir comentarios. Este apoyo es crucial para los alumnos internacionales, inmigrantes y no nativos de habla inglesa, así como para todos los demás estudiantes marginados que carecen de tutorías adicionales o de la supervisión de un profesor. Además, estos estudiantes suelen tener dificultades en los cursos de inglés de secundaria y postsecundaria. No es ningún secreto que muchos de ellos, nativos o no, terminan el bachillerato con conocimientos inadecuados en redacción. Algunos profesores afirman incluso que los estudiantes de posgrado carecen a veces de las habilidades necesarias.
Para explicar mi punto de vista, permítanme compartir una breve historia personal.
No hace mucho, descubrí algo sobre mi época en la enseñanza media. Como hijo de inmigrantes, tenía dificultades en algunas clases, sobre todo en inglés. Para ayudarme, el colegio decidió sacarme de mi clase de inglés una o dos veces por semana y ponerme en una clase de recuperación. Recuerdo haber asistido a esta clase, pero solo hace poco comprendí por qué. Ni yo ni mis padres recordamos que nos hubieran pedido permiso o discutido esta medida. Simplemente me dejaron de lado. Tenía la sensación de que al profesor de inglés le molestaban los alumnos como yo y que sólo prestaba atención a aquellos que eran considerados «estrella». Hasta hace poco, no tenía ni idea de que la otra clase era de recuperación. Me di cuenta de ello durante una conversación con una amiga, nativa de Oklahoma de sexta generación, que ahora es una excelente profesora y a la que también pusieron en una clase similar. Irónicamente, a ella le ocurrió lo mismo. Los dos recordamos que la clase de recuperación no sirvió para nada, aunque su experiencia fue ligeramente mejor. Recuerdo no haber hecho prácticamente nada en esa clase. El profesor se iba a los cinco minutos y su ayudante se ponía a jugar. Durante un semestre, quizá más, nos pasamos todas las clases haciendo muy poco.
Muchos podrían argumentar que nuestra experiencia es una excepción y no la norma. Tal vez, pero el descenso de las puntuaciones en lectura y escritura entre los graduados de secundaria no es una rareza. Muchas universidades ofrecen cursos extracurriculares para atender a estudiantes insuficientemente preparados, aunque dudo que estas clases sean útiles. Casi todo lo que sé sobre escritura, para bien o para mal, es autodidacta. La cuestión es, ¿por qué los estudiantes ignorados por los profesores en el instituto y a principios de la universidad no deberían utilizar los LLM para nivelar el campo de juego? En este sentido, los LLM pueden ser un ecualizador. Los estudiantes ya no tienen que estresarse por sacar malas notas porque no pueden comunicar sus ideas tan bien como los que no han sido ignorados por el sistema.
Algunos dirán: «Arreglemos el sistema en lugar de confiar en la IA». Sin embargo, los estudiantes que luchan hoy en día carecen del lujo de esperar a un sistema que está perpetuamente en construcción. Tienen que competir ahora y tienen todo el derecho a utilizar cualquier herramienta que ayude a nivelar el terreno de juego.
¿Por qué cuento todo esto? La amenaza que suponen los LLM para los profesores de redacción y para otros docentes, como los de filosofía, se vislumbra en el horizonte desde hace tiempo. Hemos tratado a los estudiantes de estos cursos como objetos en una cadena de producción y a los cursos como un producto obligatorio -un producto que todos los estudiantes deben cursar-, lo que nos ha dado una sensación de seguridad laboral y, desgraciadamente, ha cultivado la autocomplacencia. Para ser claros, muchos profesores rechazan esta actitud y se esfuerzan por hacerlo lo mejor posible, pero muchos no lo han hecho. Además, mis quejas se aplican a todos los estudiantes que tienen dificultades en estos cursos, no sólo a los inmigrantes y a los hablantes no nativos, sino a gente como mi amiga. Me refiero a todos los estudiantes que son ignorados por el sistema porque éste considera que ayudar a estos estudiantes no merece su tiempo ni su sueldo (por supuesto, los profesores de redacción deberían estar mejor pagados).
Por lo tanto, el problema va más allá de las actitudes de los profesores y se extiende a un desprecio generalizado de la sociedad por competencias como la lectura y la escritura. Es habitual oír a docentes lamentarse: «Estos alumnos no saben escribir», «Parecen totalmente desinteresados» y «Es como pedirle peras al olmo» y la mayoría de las veces se refieren a hablantes nativos. Una rápida búsqueda en Google revela varios resultados, desde estudios formales y artículos de opinión hasta foros de Reddit, en los que se habla de las terribles habilidades de escritura de los estudiantes de último curso de secundaria, de primer año de universidad e incluso de los estudiantes de posgrado.
Los LLM han dejado al descubierto heridas profundas que han hecho metástasis durante muchos años: la actitud mediocre de muchos profesores, la degradación de la educación en humanidades, la creación de un entorno en el que los cursos de redacción sólo se consideran dignos de ser impartidos por estudiantes de posgrado o profesores a tiempo parcial, y estudiantes frustrados con el sistema. Consideremos esta cita de un artículo de hace dieciséis años en Inside Higher Ed: «Si la escritura es tan importante que prácticamente todos los estudiantes de casi todas las facultades y universidades deben cursar al menos una asignatura de redacción (normalmente dos), ¿por qué no hay más profesores de inglés que la impartan?». En efecto, ¿por qué? Afirmar que la redacción es crucial, mientras que los departamentos y las instituciones sólo están dispuestos a prescindir de estudiantes de postgrado y profesores adjuntos sobrecargados de trabajo y mal pagados para enseñarla, es señal de trivialidad. Si queremos que los estudiantes se interesen por la escritura, valoremos a las personas y los cursos que la enseñan.
Terminaré con estas reflexiones finales. Cuando hay una vulnerabilidad en un sistema, unos innovan para ayudar a resolverla y otros la explotan en beneficio propio. ¿De qué lado está la mayoría de los programadores de IA? Todavía se desconoce. Sin duda, los LLM crean problemas éticos y pedagógicos para la composición y otros cursos de escritura, pero para muchos estudiantes han supuesto una solución. Resuelve un problema para muchos estudiantes al ayudarles a obtener calificaciones adecuadas. Sin embargo, algunos podrían argumentar que el verdadero problema es que los estudiantes pasan por las clases sin dominar las destrezas esenciales de lectura y escritura. Antes de la llegada de los LLM comerciales, algunas instituciones, instructores y sectores de la sociedad ignoraban a los estudiantes que tenían dificultades para adquirir estas destrezas críticas, aunque esperaban un rendimiento académico.
A pesar de ello, después de pasar apuros en el instituto, estos estudiantes suelen llegar a la universidad considerados una carga, indignos de la atención de profesores titulares y experimentados y que no merecen su tiempo. En un entorno así, no es de extrañar que florezcan los LLM.
Escribir ensayos excelentes puede ser, en efecto, importante para todos los estudiantes, y simpatizo con este ideal (sí, es un ideal). No obstante, ¿debería importarles a estos estudiantes ahora que los LLM pueden ayudarles a conseguir las mismas notas altas que antes les negaban oportunidades similares a las de sus compañeros? Parece que las notas eran lo que importaba a muchos de sus profesores, no si los estudiantes aprendían. Dado que en su momento muchos de los responsables no dieron prioridad a la enseñanza de destrezas adecuadas, su repentina preocupación ahora puede sonar hueca.
Por último, aunque pueda parecer que estoy echando culpando a los instructores, no es esa mi intención. Muchos de ellos hacen lo que pueden con los pocos recursos de que disponen. Sin embargo, las actitudes de muchos hacia los estudiantes con dificultades y el curso han tenido un claro impacto negativo en las actitudes de los estudiantes y otras partes interesadas. La insatisfacción con el sistema educativo va en aumento. Por ejemplo, una encuesta de Pew Research de abril (2024) reveló que el 51% de los estadounidenses cree que la educación básica y media está yendo en la dirección equivocada, y el 57% no confía en los profesores de la escuela pública (gran parte de esto tiene una motivación política). A menos que cambien aspectos cruciales en varios niveles, el futuro se presenta sombrío para nuestra profesión.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de la APA y traducido por Dialektika con la autorización del autor. Para consultar el texto original siga el enlace.