Hay una foto famosa, o si no famosa, al menos viral, en la que Marianne Faithfull, deslumbrante, está sentada luciendo sus piernas en un sillón. A su izquierda, está su novio de entonces, un tal Mick Jagger, cabizbajo, de facciones irregulares pero atractivas, con pelo largo y vestimenta hippy. A su derecha, otro hombre, de parecida edad, traje con corbata, corte de pelo impecable, para colmo extranjero, pero sin duda irresistible. El pie de foto dice: “Cuando tú eres Mick Jagger, pero es que el otro es Alain Delon…”. Y, en efecto, Marianne consagra toda su atención, risas y lenguaje corporal al guaperas de la derecha, dejando al carismático rockero a su izquierda. Sé que todos los hombres heterosexuales sueñan con eso: vini, vidi, vici, tan solo con asomarse a la fiesta, tan solo con sonreír a la anfitriona…
Vale, puede resultar un poco pesado y repetitivo, pero no nos podemos quejar, Alain y yo, porque la vida es así: hasta en el reino animal, unos parten con más ventaja biológica que otros, y los demás se buscan la vida como pueden. No obstante, ocurre algo extraño pero característico. Los actores masculinos sumamente agraciados, Apolos de la actuación, como Paul Newman o Brad Pitt, lo que más disfrutan en su oficio es interpretar papeles de personas corrientes, incluso feas o vulgares. Por ejemplo, Newman se sentía mucho más cómodo interpretando a un policía de barrio o a un golfo callejero que en Dulce pájaro de juventud, donde hacía de gigoló. A Pitt, si no me equivoco, se le ve mucho más a gusto en 12 monos, haciendo muecas de tarado, o en Snatch: cerdos y diamantes, interpretando a un gitano analfabeto, que en Leyendas de pasión o ¿Conoces a Joe Black?, donde encarna al aburrido seductor de señoritas impecables. Confieso, aquí y ahora, que a mí me sucede lo mismo, y por eso empatizo. Prefiero ser un mero y anónimo profesor de secundaria antes que un modelo de pasarela o un cantante de éxito arrollador. Mirad lo que les pasó a los esculpidos pero desafortunados Milli Vanilli…
Alain Delon, que nos ha dejado hoy, era demasiado bello para ser el hombre de una sola mujer, como, sin embargo, nos contaron que fue Paul Newman toda su vida. Pero Newman era alcohólico, como lo es todavía Pitt, que yo sepa, y a ambos les convenía mucho más establecer un hogar, una familia y un entorno que les sirviera de protección, como cuando jugábamos al escondite y decíamos “¡casa!”. Los tres, Newman, Delon y Pitt, protagonizaron grandes películas, pero, como ya dije, no fueron sus favoritas. Aun así, el que más ha gozado de la inmortalidad puramente fortuita de su divino fenotipo, creo que ha sido Alain Delon. Porque en esa célebre foto de 1968 bien podría haber extendido la conversación hacia el pobre Mick, formando un trío feliz de elegidos por la gloria. Pero no, Mick que se fastidie; Mick, pese a su gran carisma y sus bailecitos de serpiente emplumada o de dragón chino, que espere, que ya se llevará a la Faithfull a su casa después, si Delon se siente compasivo y le place (como, por cierto, el propio Jagger ha hecho con otros en innumerables ocasiones). ¡Ah, sé muy bien que todos los varones heterosexuales, binarios y cisgénero, sueñan con ese poder, el inmejorable e insustituible poder de gustar a todas las chicas, frente al cual volar o hacerse invisible no vale nada!
Alain Delon comenzó su carrera así: le vieron la cara en el Festival de Cine de Cannes y, en un chasquido de dedos, ya lo tuvo todo rodado. Fue un gran actor, sin duda, pero si hubiera acudido a Cannes con la jeta de Javier Cámara, digamos que la cosa le hubiese costado un millón de veces más. Os lo digo yo, que me rifan como a Delon desde muy niño…
He oído decir, esta misma semana, que la guapura es más una actitud que un hecho físico. Me estuve riendo un buen rato de vosotros. ¡Adiós, Alain Delon, francés tenías que ser…!
(Os dejo, que tengo una cita con Elsa Pataky: nada hay más tentador que engañar a Thor…)