MADRID (Corresponsal) — ¿Qué haces cuando muere uno de tus escritores favoritos? Seguramente, vas hasta la biblioteca y buscas uno de sus libros para volver a leerlo.
Eso quise hacer en estos días. Encontrar un libro de Paul Auster (1947-2024), quien nos dejó el pasado 30 de abril.
Descubrí a Auster cuando el periódico donde trabajaba publicó casi todas sus obras, hace una década. Entonces, gajes del oficio, me llevé algunos libros a casa y comencé a leerlos.
Creo que el primero fue la famosa Trilogía de Nueva York (1987), varios cuentos (Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada) que están relacionados entre sí. La obra, donde incluso aparece el propio autor, lo hizo famoso a nivel mundial.
Si mal no recuerdo, sorprendido por su narrativa, me sumergí en El país de las últimas cosas (1987), una novela posapocalíptica escrita cuando ese concepto, quizá, ni existía. La historia de Anna Blume, que recorre una ciudad fantasma en busca de su hermano, resulta desafiante y, por momentos, inapta para estómagos sensibles.
La música del azar (1990), curiosamente poco mencionada por los biógrafos, es lo mejor de lo mejor. El protagonista, Jim Nashe, participa de una extraña sesión de póquer que será la puerta de entrada a un mundo de reglas terroríficas. Lo que queda demostrado en La música… es que Auster, tal como lo admitió en varias entrevistas, creía mucho en la importancia de la suerte en el devenir de la vida.
Algo parecido ocurre con Leviatán (1992), donde el personaje Peter Aaron debe escribir la biografía de la víctima fatal de un atentado. El azar, de nuevo, es la clave de una curiosa mezcla de ensayo y novela.
Todavía no he podido leer 4 3 2 1 (2017), una compleja historia sobre la vida de un tal Ferguson, basada en los caminos que le llevarán a vivir cuatro vidas diferentes. De nuevo, el destino y las decisiones personales como brújula literaria. Tampoco Baumgartner (2024), donde el protagonista es un escritor y profesor universitario que trata de sobrevivir a la muerte de su gran amor.
Como ocurre con otros grandes escritores, de Jorge Luis Borges a Haruki Murakami, el Nobel le resultó esquivo. Sin embargo, recibió infinidad de premios, entre ellos el Príncipe de Asturias (2006).
Un cáncer de pulmón, descubierto en 2022, consumió la vida de Auster en menos de dos años. Pero “el inventor del azar”, como bien definió El País, seguirá vivo en las bibliotecas. Allí iré a buscarlo.