Alexander Hinton, Rutgers University – Newark
¿Se está produciendo un genocidio en Oriente Próximo? A ambos lados del conflicto en Israel y la Franja de Gaza, muchos responden con un inequívoco “sí”.
Algunos israelíes y otros partidarios de este Estado señalan con el dedo a Hamás, que mató a 1 400 personas, la mayoría civiles –e hirió a muchos más– en Israel y tomó a más de 240 rehenes en su ataque sorpresa del 7 de octubre de 2023.
El ataque, señalan, debe verse a la luz del repetido objetivo declarado de Hamás de destruir Israel y su reciente promesa de atacar a este Estado “una y otra vez” hasta que desaparezca.
Pero algunos partidarios palestinos también afirman que el desplazamiento masivo de civiles por parte de Israel y su campaña de bombardeos en Gaza, que ha incluido el ataque a hospitales, campos de refugiados y ambulancias –donde Israel afirma que se esconde el personal de Hamás–, es un claro caso de genocidio.
Hasta el 10 de noviembre, los ataques de Israel habían causado más de 11 000 muertos, entre ellos miles de niños, según el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás. Los partidarios propalestinos consideran que esto forma parte de una larga historia de trato de Israel a los palestinos. Hashtags como #StopTheGenocide y #GenocideinGaza circulan ampliamente por las redes sociales.
Es más, la diputada estadounidense Rashida Tlaib amplificó estas acusaciones al afirmar el 4 de noviembre que el presidente Joe Biden es culpable de apoyar el genocidio en Gaza.
Independientemente de la postura que defienda cada uno, prácticamente todos estamos de acuerdo en que la crisis es terrible, que probablemente se han producido crímenes de guerra, que demasiados civiles han sufrido mucho o han perdido la vida, y que la situación ha llegado al genocidio o está a punto de producirse.
Como especialista en estudios sobre genocidio, considero que, a medida que el conflicto entre Israel y Hamás se recrudece en medio de continuas acusaciones en este sentido, es crucial comprender en qué consiste exactamente este acto criminal y cómo se ha utilizado este término con fines políticos en el pasado.
¿Qué es un genocidio?
Raphael Lemkin, un abogado que era polaco y judío, ideó por primera vez el término “genocidio” en su libro de 1944, “Axis Rule in Occupied Europe”.
Lemkin definió el genocidio como “la destrucción de una nación o de un grupo étnico”. Dicha destrucción, escribió, implica un “plan coordinado de diferentes acciones dirigidas a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de los grupos nacionales”.
Para Lemkin, cometer un genocidio no sólo implica asesinatos físicos, sino un ataque al espíritu de un grupo de personas, incluidas sus formas de vida social, económica y política. Su definición abarca también el genocidio cultural.
En 1948, tras las atrocidades cometidas por los nazis durante el Holocausto, Lemkin presionó a las recién creadas Naciones Unidas para que aprobaran un acuerdo legal, conocido como convención, sobre la prevención y el castigo del genocidio.
La Convención de la ONU sobre el Genocidio de 1948 especifica que este puede producirse matando y destruyendo a un grupo, impidiendo nacimientos y transfiriendo niños a otro grupo, entre otros medios.
En su momento, algunos países utilizaron la convención como herramienta política para ocultar sus propias historias de genocidio. Un ejemplo: la Unión Soviética y otros insistieron en que la definición excluyera a los grupos políticos. La URSS temía que, de lo contrario, podría ser acusada de matar a enemigos políticos. A Estados Unidos también le preocupaba ser acusado de cometer genocidio contra la población negra.
Estados Unidos presionó con éxito para que la definición de la ONU hiciera hincapié en la intención y el asesinato físico. Esto hizo menos probable que Estados Unidos fuera acusado de genocidio por las políticas de Jim Crow que impusieron la segregación de los negros estadounidenses.
Utilización del genocidio por razones políticas
Los gobiernos y los líderes políticos han utilizado durante mucho tiempo las alegaciones de genocidio para amenazar a otros países o para justificar una intervención extranjera, aparentemente para evitar un genocidio.
También hay una larga historia de funcionarios gubernamentales que discuten sobre la definición de genocidio en un intento de negar que estuviera ocurriendo realmente. Uno de los ejemplos más notorios fue la negación por parte de Estados Unidos de que la violencia masiva en Ruanda en 1994 fuera un genocidio, porque no se ajustaba al “significado jurídico preciso” del término.
Estados Unidos temía que calificar la violencia de “genocidio” le obligase a intervenir en Ruanda. Pero lo hubo: las milicias armadas que representaban a un grupo étnico llamado hutus, que controlaban el gobierno, mataron a unos 800 000 tutsis –una minoría étnica– durante este genocidio.
En la actualidad, países como Rusia y China siguen negando que estén cometiendo lo que muchos expertos consideran un genocidio.
Tres formas de hablar del genocidio
En mi investigación he descubierto que la gente suele enfocar el genocidio de tres maneras.
En primer lugar, los juristas sostienen que, antes de que la violencia se considere genocidio, es necesario demostrar que lo ocurrido se ajusta perfectamente a lo que establece la Convención sobre el Genocidio.
Otros, incluidos muchos estudiosos de las ciencias sociales y las humanidades, tienen una visión más amplia de lo que significa genocidio y sostienen que podría aplicarse a toda una serie de casos y dinámicas, incluidos algunos casos de colonialismo o esclavitud.
Muchos coinciden con Lemkin al subrayar que el genocidio puede llevarse a cabo no sólo matando sino también mediante un ataque múltiple contra el modo de vida político, social, cultural, económico, religioso, moral y económico de un grupo humano.
Por último, y con mayor frecuencia, algunas personas tienen una visión más convencional que carece de una definición clara, pero que generalmente asocia el genocidio con cualquier intento de destruir a un grupo de personas. Esto podría dar también cabida a acciones como el aborto.
El genocidio y la guerra entre Israel y Hamás
El genocidio, con todas sus limitaciones conceptuales, ofrece una forma de entender la violencia en Israel y Gaza. De ahí que tanta gente invoque últimamente la palabra genocidio en su sentido convencional, a veces a través de hashtags y eslóganes.
Pero mucho antes de la crisis actual, los académicos ya debatían si Israel había cometido genocidio en los territorios palestinos. En esta línea, un alto funcionario de derechos humanos de la ONU y abogado llamado Craig Mokhiber dimitió de su cargo el 28 de octubre de 2023 alegando que, como en el pasado, ni la ONU ni los países occidentales estaban impidiendo el genocidio de palestinos por parte de Israel.
En respuesta, Anne Bayefsky, directora de un centro de derechos humanos con sede en Nueva York, acusó a Mokhiber de “antisemitismo de la ONU” y de querer borrar “Israel del mapa” Sus comentarios se hacían eco de los de aquellos que afirman que son los israelíes quienes corren el riesgo de genocidio.
Este debate sobre el genocidio no va a desaparecer. Sin embargo, en medio de la muerte y el sufrimiento masivos y las tasas disparadas de antisemitismo e islamofobia, creo que es fundamental no perderse en una guerra de palabras. Lo urgente ahora es encontrar un camino hacia la paz a corto y a largo plazo.
Alexander Hinton, Distinguished Professor of Anthropology; Director, Center for the Study of Genocide and Human Rights, Rutgers University – Newark
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.