En una carta apostólica publicada el 19 de junio de 2023, el Papa Francisco elogió la «mente brillante e inquisitiva» del influyente filósofo francés Blaise Pascal, nacido en esa fecha hace 400 años.
Cuando Pascal vivió, en plena revolución científica del siglo XVII, se producían rápidos avances en todos los ámbitos de la ciencia. Entre los logros más significativos de Pascal figuran una de las primeras máquinas de calcular, el primer sistema de transporte público del mundo y varios modelos matemáticos, entre otros.
De hecho, la influencia de Pascal en el mundo moderno llega tan lejos que su biógrafo James A. Connor escribió: «No se puede caminar tres metros en el siglo XXI sin toparse con algo en lo que Pascal no haya influido de un modo u otro».
Soy un experto en la historia de la filosofía occidental. Lo que me interesa de Pascal es que fue uno de los primeros en abordar las implicaciones de la ciencia moderna para la fe religiosa y que su sofisticación científica no le impidió ser un devoto creyente religioso.
La religión en la era de la ciencia
Pascal conocía bien lo que podía y no podía saberse mediante el método matemático, el método experimental y la propia razón.
A través de sus investigaciones filosóficas, descubrió que había límites estrictos a lo que los seres humanos podíamos saber. Para él, ni el método científico ni la razón en general podían enseñar a los individuos el sentido de la vida o la forma correcta de vivir.
Pascal también escribió sobre cómo los seres humanos intentan evitar pensar en su mortalidad, en el alcance de su ignorancia y en su propensión al error. Sin embargo, también creía que no había nada más importante para las personas que considerar su verdadera naturaleza humana. En este razonamiento, sin comprender quiénes somos, sería difícil entender cómo debemos vivir.
En opinión de Pascal, la adquisición del conocimiento de uno mismo era una etapa necesaria en el camino hacia el reconocimiento de la necesidad de vivir con fe y propósito en algo más allá de uno mismo.
La religión de Pascal
De hecho, Pascal sostenía que creer en la existencia de Dios es esencial para la felicidad humana.
A pesar de sus muchas ideas y logros, es probablemente más famoso hoy en día por la llamada Apuesta de Pascal, un argumento filosófico según el cual los seres humanos deberían apostar por la existencia de Dios. «Si ganas, lo ganas todo; si pierdes, no pierdes nada», escribió. En otras palabras, sostenía que, aunque no se puede saber con certeza si Dios existe o no, es mejor creer en su existencia que no creer en ella.
Pascal veía a Jesús como el mediador indispensable entre Dios y la humanidad. Creía que la Iglesia católica era la única religión que enseñaba la verdad sobre la naturaleza humana y, por tanto, ofrecía el camino singular hacia la felicidad.
Sin embargo, la preferencia de Pascal por el catolicismo frente a cualquier otra religión plantea una cuestión difícil. ¿Por qué apostar por una religión y no por otra? Algunos estudiosos, como Richard Popkin, han llegado a calificar de «pedantes» los intentos de Pascal de desacreditar el paganismo, el judaísmo y el islam.
Sean cuales sean las creencias religiosas de cada uno, Pascal enseña que todos los individuos tienen que elegir entre la fe en alguna realidad más allá de ellos mismos o una vida sin creencias. Pero una vida sin creencias también es una elección y, en opinión de Pascal, una mala apuesta.
Los seres humanos tienen que apostar y comprometerse con una visión del mundo por la que cada uno estaría dispuesto a apostar su vida. De ahí que, para Pascal, los seres humanos no puedan evitar la esperanza y el miedo: esperanza de que sus apuestas salgan bien, miedo de que no salgan bien.
De hecho, la gente hace innumerables apuestas diarias -ir al supermercado, conducir un coche, viajar en tren, entre otras- pero no suele pensar en ellas como arriesgadas. Sin embargo, según Pascal, la vida humana en su conjunto también puede considerarse una apuesta.
Nuestras grandes decisiones son riesgos: Por ejemplo, al elegir unos estudios y una carrera determinados o al casarse con cierta persona, las personas apuestan por una vida plena. En opinión de Pascal, la gente elige cómo vivir y en qué creer sin saber realmente si sus creencias y decisiones son buenas o no. Sencillamente, no sabemos ni podemos saber lo suficiente para vivir sin apostar.
La obra maestra inacabada de Pascal
Pascal presenta su argumento a favor de la apuesta en su obra cumbre, los Pensées (Pensamientos, en español). A lo largo de esta obra, Pascal insiste en la necesidad de la fe, a la luz de una exploración polifacética de la naturaleza humana, así como de una investigación exhaustiva de los límites de la razón, la ciencia y la filosofía.
En esa obra, el argumento central de Pascal sobre la idea de Dios, no se basa en la prueba de su existencia. Al contrario, Pascal argumentó que la existencia de Dios no puede demostrarse porque, para él, Dios está oculto – un «deus absconditus». Pascal escribió que «hay suficiente luz para aquellos cuyo único deseo es ver, y suficiente oscuridad para los que tienen la disposición contraria», pero en última instancia no hay certeza posible, por lo que los seres humanos se enfrentan a una elección.
Para Pascal, creer marcaría la diferencia entre la miseria y la verdadera felicidad.
En el 400 aniversario de su nacimiento, una forma de honrar a Pascal podría ser arriesgarse a creer en algo más allá de nosotros mismos y de lo que podemos conocer; esa fe podría darnos la oportunidad de vivir bien.
Son interesantes los artículos y comentarios presentados en esta publicación. Son formativos y de fácil lectura
Muchas gracias siempre admire a Pascal por el principio de hidráulica que lleva su nombre y por creer en Dios muchas gracias por el articulo