El 11 de mayo de 2023 fue derogada la aplicación del Título 42 del Código de Estados Unidos, impuesta en marzo de 2020 bajo la presidencia de Donald Trump, cuando la pandemia por Covid-19 recién había sido declarada. Allí se especificaba que todo aquel que llegara a la frontera del país sin documentos de ingreso legal serían devueltos; incluso aquellos que huían de sistemas políticos opresores. La imagen de varios compatriotas latinoamericanos atrapados en la nada, entre México y Estados Unidos, impedidos por barreras y oficiales armados de escapar de la difícil realidad que los persigue, hace recordar Ensayo sobre la lucidez, peculiar obra del escritor José Saramago.
Como aquel pueblo sin nombre de la historia del nobel portugués que decidió, de forma espontánea y sin acuerdo previo, votar en blanco en las últimas elecciones, así nuestro Ñamérica, como nos describió en letras Martín Caparrós, decide votar con los pies ante contextos cada vez más desesperanzadores, marcados por dictaduras totalitarias o clientelismos políticos de diversos tipos. Lo mismo que en lugares del inframundo como Haití, donde reina un pandillerismo tribal y los decisores del planeta siguen jugando con su cubilete para ver quién debe ocuparse de ese problema.
En Ensayo sobre la lucidez, el comisario, uno de sus personajes principales, afirma que leer la siguiente frase cambió su vida: “Puede suceder que un día nos preguntemos quién ha firmado esto por mí. Ese día puede ser hoy”. Nuestro continente está marcado notablemente por esa clase de situaciones sociales donde se sigue estirando cada vez con más fuerza la diferencia entre ricos y pobres. Tiempo atrás, en una reunión entre empresarios poderosos en dominicana, desde donde escribo, salió a relucir que para ellos invertir en la infraestructura de una provincia del Sur necesitaban que le construyeran antes un helipuerto, encima de un edificio. Con el tráfico tan malo del país, viajar en carro, como el resto de los habitantes, no era una opción.
Debemos reconocer que con cada suceso electoral, como lo sucedido recientemente en las elecciones de Paraguay o lo que se avizora para las de Guatemala, donde reina el clientelismo político, podemos hundirnos cada vez más en medio de un día a día que no nos permite regresar a la superficie con la misma cara. Cuba, Nicaragua y Venezuela son países en fuga y el escritor cubano Enrique del Risco escribió en alguna ocasión que el migrante es un ser político que vota con sus pies, pues abandona una realidad con la cual no está dispuesto a convivir.
Ensayo sobre la lucidez puede ofrecernos, si la leemos con atención, una reflexión con osadía sobre los engranajes y el funcionamiento de la “democracia” en la que vivimos. A pesar de que en el primer capítulo el autor comienza planteando la aparente apatía de la abstención electoral, el debate pronto acaba centrándose en torno a la opción del voto en blanco como señal del poder de maniobra del electorado para manifestar su descontento con las alternativas políticas. Cuando seguimos presenciando estas caravanas inmensas de latinoamericanas saliendo de sus pueblos, vendiendo todo su patrimonio para ir hacia otro horizonte, puede venir bien que los estamentos del poder se pregunten qué sucede con su gente, si para realizarse, deben abandonar sus raíces.
América, más que un continente, es un universo existencial; y como el pueblo descrito por Saramago, nos remite a pensar que estas empresas en el poder no sólo no se detienen ante lo que los ciudadanos de bien consideran absurdos, sino que se sirven de ellos para entorpecer la conciencia y aniquilar la razón. El gobierno cada vez más deja de jugar su papel de moderador social para ceder su posición a empresas trasnacionales que buscan extraernos toda la riqueza, haciéndonos pasar por mentes idiotizadas. Cualquier semejanza con la lectura de la clase dirigente de Ensayo sobre la lucidez no es pura coincidencia.
América, más que un continente, es un universo existencial; y como el pueblo descrito por Saramago, nos remite a pensar que estas empresas en el poder no sólo no se detienen ante lo que los ciudadanos de bien consideran absurdos, sino que se sirven de ellos para entorpecer la conciencia y aniquilar la razón.
Al leer la obra con detenimiento, podemos detenernos en estas preguntas:¿Es mayor la apatía del que vota a una opción política que no lo representa, porque no tiene alternativas que la de aquel que no vota? Y mirando nuestro continente, ¿no es mayor acaso el rechazo del que se marcha ante la instalación permanente de una realidad política que no le representa porque no tiene alternativas distintas para su futuro, que la de aquel que se queda y participa por inercia de distintos procesos?
En Ensayo sobre la lucidez, el gobierno no cree que ese descomunal gesto revolucionario de votar en blanco sea producto del azar y ve en él una acción planificada y coordinada, producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos, en un intento por socavar los cimientos de la democracia. En un artículo reciente publicado en la BBC, la Casa Blanca explica, con un millón de motivos, el por qué sus fronteras no estaban abiertas para esos latinoamericanos que corrían a votar en blanco en sus países marchando hacia ellos. La respuesta de Estados Unidos fue muy parecida a una que logra describir Saramago en uno de sus capítulos: impedir, por la fuerza militar, la salida de su realidad tangible, mordiendo el futuro de sus protagonistas, muchos de ellos desclasados sociales.
El reto es tratar, con propuestas coherentes, de revertir nuestro presente latinoamericano marcado por la desesperanza que termina imponiéndosenos. A despecho de los esfuerzos de las grandes empresas trasnacionales, que optan por materializar y eternizar en el imaginario mundial nuestros contextos, como un parque temático para consumo particular de idealistas enajenados y propagandistas cómplices que intentan vendernos su trans/colonialidad.
Una de las enseñanzas edificantes de Ensayo sobre la lucidez es cuando el lector constata que, abandonada a su suerte, sin políticos, militares ni policías, la ciudad y sus habitantes no sólo consiguen sobrevivir, sino que lo hacen incluso mejor. De ahí la importancia de que como pueblo latinoamericano aprendamos a unirnos; y esos desclasados, aquellos que sólo cuentan como fuerza política con su mano de obra, logren organizarse en un movimiento para subvertir la situación de pobreza que nos oprime. En el futuro, nuestros anhelos no deben ser presas de las fauces hambrientas implementadas por un código norteamericano. Sólo desde la colaboración continental y el empoderamiento de los sectores sociales podremos transformar las reglas de supervivencia que marcan nuestros pasos.
En el futuro, nuestros anhelos no deben ser presas de las fauces hambrientas implementadas por un código norteamericano. Sólo desde la colaboración continental y el empoderamiento de los sectores sociales podremos transformar las reglas de supervivencia que marcan nuestros pasos.
Saramago afirma en su obra que para los poderosos “la situación entonces se vuelve insostenible: si el mundo descubre que una ciudad puede sobrevivir sin políticos la epidemia del voto en blanco―gente peleando por una verdadera democracia― podría extenderse por todo el planeta”.
El profesor universitario e intelectual cubano Julio Antonio Fernández Estrada escribió una reflexión muy interesante sobre la migración en Cuba que puede servirnos para todo el continente, él afirmó: “miles escapan del abuso estatal. El exilio es resistencia y al fin y al cabo es venganza también. Tú ―gobierno― nos abandonas, nosotros te abandonamos entonces. Pero con el exilio también nos abandonamos los que huimos, no es una victoria disfrutable. Al menos es un movimiento”. Sin dudas, hay situaciones tan nefastas de la vida que si a un lado llueve al otro hace viento, pero aún en medio de esa tormenta continental que vivimos, se hace imprescindible ver uno de los elementos que destacan en Ensayo sobre la Lucidez: y es que, incluso en el peor de los escenarios, el ser humano puede sorprender y apostar como el comisario y la mujer protagonista de la novela por el bien, la verdad y la esperanza.