Fragmento de Substancia y Función: dos teorías sobre la Begriffbildung en Ernst Cassirer de Mtro. Carlos Rivero Silva, publicado en nuestra revista académica Dialektika: Revista de Filosofía y Teoría Social, 4(10), 15-26. https://doi.org/10.51528/dk.vol4.id81
1-Introducción: Interpretación funcional e interpretación substancial del concepto de forma
Según Ernst Cassirer existe un modo de distinguir metodológicamente las dos grandes líneas de comprensión de la formación del concepto (Begriffbildung). La ley que tipifica dicho modo se delimita a partir de los términos en los cuales se conciben las presuposiciones lógicas. La descripción y orden sistemático de esta ley aparece por vez primera en Concepto de Substancia y Concepto de Función de Ernst Cassirer. Allí, desde un prolijo examen sobre las presuposiciones de los sistemas científicos a lo largo de la historia de la ciencia, Cassirer lleva a cabo un escrutinio de las condiciones formales bajo las cuales sus configuraciones conceptuales operan.
La configuración sistemática de las ciencias exactas comporta diferentes formas de acuerdo con diferentes perspectivas lógicas, (…) de modo que la relación entre pensamiento y ser, entre conocimiento y realidad, ha sido dominada desde el principio por ciertas presuposiciones lógicas, (…) a partir de algunas visiones sobre el origen de sus conceptos y juicios (…) El sistema del conocimiento no tolera una determinación “formal” aislada sin consecuencias en todos sus problemas y soluciones. (Cassirer, 1910, p. IV)
Así, por ejemplo, en arreglo a cómo se sistematizan estas leyes de configuración del concepto existen dos grandes posturas que se oponen en el desarrollo del pensamiento científico: estas se distinguen por el valor desigual que se les otorga respectivamente al concepto de substancia y al concepto de función. Dicha “desigualdad de valor” apunta naturalmente a que la Lógica también tiene presuposiciones metalógicas, ya sean epistémicas u ontológicas. Así pues, substancia y función no solo son dos términos cuyo significado distingue dos tipos de conceptos, sino también dos métodos irreductibles sobre la formación de conceptos.
Hay dos líneas de consideración diferentes en las que las presuposiciones lógicas son claramente evidentes. Por un lado, está la categoría del todo y sus partes; por otro, la categoría de la cosa y sus atributos, la cual se aplica a la doctrina tradicional del origen del concepto genérico. Que los objetos se dan como organizaciones de atributos particulares, que los grupos totales de dichos atributos se dividen en partes y subpartes, que son comunes a varios de ellos, se toma aquí como un principio básico evidente por sí mismo (Cassirer, 1910, p. 17).
Es así como Cassirer identifica las dos visiones fundamentales sobre la génesis del concepto: la primera es la tradicional substancialista (metafísica). Aquí la presuposición lógica se configura a partir de la relación categórica de la cosa con sus atributos, de la sustancia con sus accidentes, del sujeto unitario con sus predicados múltiples. Esta encuentra su origen sistemático en la obra de Aristóteles (Cassirer, 1910, pp.13-19). La segunda visión, menos abordada, comprende la presuposición lógica como dada a partir de la relación diferencial entre el todo y sus partes. Si se dice que la forma es “lo que hace que la diversidad de los fenómenos puedan ser ordenados según ciertas relaciones” (Strawson, 1966, p 54) directamente se le está vinculando con la visión funcionalista (epistemológica) que encuentra su origen sistemático en Kant, aunque la interpretación neokantiana lo retrotrae hasta Platón (Cassirer, 1910, p. 273; Natorp, 1903, pp. 14-19).
2-La forma substancial. Crítica a las reglas aristotélicas de formación del concepto
El prototipo al que tiende toda la noción clásica de forma se sintetiza en el concepto de forma substancial, de ahí que la Lógica Formal no sea sino un organon al servicio de la ontología. “Forma” recibe varias acepciones en la filosofía de Aristóteles: ousía, eidos, morphé, schéma. Sin embargo, esta siempre opera en el rango semántico de la sustancia, de la esencia, y de la determinación: “Por forma entiendo la esencia de alguna cosa y su sustancia primera” (Aristóteles, 1998, VII); “por sustancia inmaterial entiendo la esencia” (Aristóteles, ibídem) “por forma entiendo la esencia” (Aristóteles, ibídem) ; “Llamo materia aquello que por sí no tiene ninguna determinación, ni una cantidad, ni otra determinación del ser (Aristóteles, ibídem). Si subyace de este modo en su sistema es porque la expresión primera y simple de forma posee un carácter ontológico y se configura en el estudio del ser primero (Bauch, 1910, pp. 14-21), en la concepción de la substancia como compuesto material y formal.
Así también [Aristóteles] distingue expresamente la existencia, que está indicada por meras relaciones en el juicio, de la existencia a la manera de las cosas; el ser de una síntesis conceptual, a partir del de un sujeto concreto. En todas estas búsquedas de una división más aguda, sin embargo, no se cuestiona la primacía lógica del concepto de sustancia. Sólo en determinadas sustancias existentes se dan las diversas determinaciones de ser pensable. Sólo en un sustrato fijo, semejante a una cosa, que primero debe darse, pueden encontrar su fundamento y aplicación real las variedades lógicas y gramaticales del ser en general (Bauch, 1910, p. 239).
Según esto la tradicional teoría de la formación del concepto se supedita a la substancia como dato legitimador. Esta visión consta de dos partes: la estructura conceptual aristotélica y el método abstraccionista de la formación conceptual. La primera es de orden ontológico y postula que los conceptos son, o bien simples, o bien compuestos de conceptos simples, por conjunción, adición o exclusión (Bauch, 1910, p. 240). La segunda postula que el concepto se conforma a partir de la recolección de semejanzas de entes individuales y posterior abstracción de estas cualidades en un único elemento, por género y diferencia específica (Friedman and Luft, 2015, p. 291). Para refutar la teoría abstraccionista, Cassirer prefiere atacar en primer lugar la teoría aristotélica de la estructura conceptual, o dicho de otro modo, prefiere refutar el método a partir de la ontología que está presupuesta en él.
Según la postura abstraccionista de la formación de conceptos, la representación de particulares es anterior a la representación del concepto que los comprende, dado que debemos captar los particulares que caen bajo el concepto (o al menos algunos de ellos) antes de abstraer el concepto que es inherente a ellos. De acuerdo a esto, habiendo reunido varias entidades individuales es que podremos abstraer las características que les pertenecen como individuos. Esta abstracción hace evidente sus características generales que, en conjunto, es su concepto. Cassirer es consciente de que para Aristóteles
el concepto no es un mero esquema subjetivo, en el que juntamos los elementos comunes de algún grupo arbitrario de cosas”; más bien, el concepto que se busca mediante el proceso de abstracción es una “forma real”, que garantiza la conexión causal y teleológica de las cosas individuales” (Cassirer, 1910, p.10).
El abstraccionismo como método de conceptualización del realismo no solo da por supuesto la relación causal entre realidad y percepción, sino que tipifica esta causalidad: los “objetos similares” producen “similares impresiones”. En virtud de esto las impresiones son como copias perfectibles del ser. El ser en sí (la substancia) deja su impronta (su forma) en nuestros sentidos como un sello en la cera caliente. Conocer lo real sería algo tan simple como abstraer esa forma de la impronta, por lo que el intelecto tendría una función totalmente perceptiva: el concepto viene dado por la cosa. Órganos sensoriales óptimos bastarían para captarlo.
En el tradicional método de conceptualización por género y diferencia específica, el problema epistemológico proviene de esa incuestionada pasividad de la psyche (mente). En Platón había algo así como un modelo (eidos) mediante el cual podíamos hacer comparaciones, las cosas eran semejantes o desemejantes según participaran o no de ese criterio formal de validez (eidos). Pero como en Aristóteles “entia non sunt multiplicanda” resulta difícil explicar dos momentos fundamentales en la formación de conceptos: 1- ¿cómo se ordena el tropel de “lo dado” (impresiones sensoriales) bajo un género sin presuponer ley alguna de ese ordenamiento? 2-¿Cómo se hace una abstracción comparativa sin alguna conexión constructiva (síntesis)? Si el concepto (forma abstractiva) es una síntesis de representaciones sensoriales (formas particulares), habrá que admitir que esa síntesis no viene “dada”. El abstraccionismo ignora o prefiere pasar por alto bajo qué criterios se realiza esta “reunión de entidades particulares” que abstraemos de las cosas, o sea, bajo qué criterios se reconoce a un grupo de particulares como semejantes, en virtud de qué lo agrupamos. Esta postura confunde tener impresiones similares con reconocer que las impresiones son similares (Kim, 2010, p. 74).
Habiéndose explicado esto, nos es posible percibir que el problema de la conceptualización por género y diferencia específica quiebra en primer lugar al no poder justificar el acceso al genus, al conjunto, si no a partir de una abstracción pasiva. Por más que se reúnan casos particulares no podrá jamás abstraerse de ellos una ley, si no es suponiéndola como precondición de su cualidad particular, es decir, en la expresión caso particular está suponiéndose un orden por el cual lo categorizamos como particular.