Desmitificando a las mujeres nórdicas

agosto 13, 2021
mujer vikinga

La sociedad nórdica en la Era Vikinga (S. VIII – S. XI) no era, para nada, una sociedad patriarcal en la que predominaran únicamente los valores viriles, aunque estos sí se veían privilegiados. Por otra parte, también me parece absolutista e irreal la idea de la valkyria wagneriana, o sea, querer hacer de las mujeres nórdicas unas antecesoras de las militantes feministas actuales. Para desmitificar el verdadero rol de las mujeres de la remota península escandinava y sus alrededores del norte vamos a hurgar un poco en el tipo de sociedad que tenían y en el papel que la mujer jugaba en ella.

En primer lugar, la familia, en sentido amplio (ӕtt o kyn) es la célula base de esta sociedad. Incluye, además de los consanguíneos, a los amigos cercanos, a los hermanos jurados, parientes adoptivos y pobres a cargo de la casa. Estos últimos eran los indigentes (úmagi: el que no puede suplir sus necesidades). Según las leyes de la época, existía un sistema a través del cual se confiaba un úmagi o varios a una casa determinada por cierto tiempo después del cual pasaba a otra (Boyer, 2000, p. 71). Dentro del núcleo familiar, el matrimonio era una especie de equipo donde cada uno tenía su rol. Los hombres se ocupaban de los asuntos públicos, políticos, jurídicos y comerciales; mientras que las mujeres se ocupaban del plano doméstico. No obstante, la mujer nórdica ostentaba una posición por mucho ventajosa con respecto al resto de las mujeres de su época.

Todas las mujeres no tenían el mismo estatus, pues, existían tres clases sociales como se explica en el poema de la Edda Poética, «Rigstula», estas son: los esclavos o Thrael, los hombres libres Karl o Bondy y los grandes señores o Jarls. Hay que apuntar que no había forma de moverse o ascender de una clase social, si nacías esclavo morías esclavo. De hecho, el matrimonio era un enlace de conveniencia que se pactaba entre el padre y la familia del futuro esposo dentro de la misma capa social. Después de casada es que la mujer obtenía voz y si enviudaba obtenía incluso más potestad sobre su vida y sus bienes.

Desde mucho antes de la época vikinga parece establecido que la mujer nórdica, aun cuando no ostentara un lugar en el Thing (asamblea), gozaba de una estima considerable. Era la señora indiscutida en el interior de la casa (innan húss). Nadie le disputaba esta prerrogativa, ni siquiera la presencia de concubinas, las cuales no tenían ningún derecho (Boyer, 2000, p. 69). La señora del Clan (husfreyja) esposa del jefe de familia, ocupó un lugar primordial en la sociedad. Esta, ayudada por el servicio doméstico, se encargaba de velar por el aprovisionamiento de recursos, criar y educar a los niños, cuidar a los pobres y enfermos y dedicarse a las tareas de la granja. En sus ratos libres se dedicaba al tejido y al bordado. Era también la guardiana y transmisora de las tradiciones familiares. Defendía el honor de su clan y recordaba a los hombres de la casa su derecho de venganza en caso de ultraje mediante gestos meramente simbólicos o hábiles palabras sarcásticas.

Poseían cierta autonomía, pues, podían heredar al marido o al padre en caso de muerte, poseer tierras y pedir el divorcio a sus maridos por múltiples razones, tales como el maltrato, su incapacidad de dar hijos o simplemente que no las complaciera sexualmente. No eran para nada consideradas como objetos de placer, sino, que eran respetadas y sus consejos escuchados con interés. «Cuando su esposo estaba ausente, la familia quedaba a su cargo y llevaba las llaves colgadas de la cintura como signo de autoridad» (Gibson 1981, p. 22).

Las mujeres podían adquirir un estatus social elevado, esto lo podemos ver a través de los enterramientos. El barco-tumba de Oseberg es uno de los casos más célebres. En el interior de la cámara funeraria encontramos dos cadáveres femeninos, los cuales estaban acompañados de utensilios domésticos y joyas. A través de las Sagas también encontramos muchas mujeres célebres, aunque solo en la Saga de Laxdaela es donde podemos encontrar la inclusión de numerosos personajes femeninos de variado carácter y estatus. Según algunos expertos hasta podía haber sido escrita por una mujer o al menos haber sido dedicada a un público femenino. Los autores cristianos atacarían de forma agresiva en sus escritos a las mujeres paganas del norte, criticando principalmente su autoritarismo, independencia y permisividad sexual (Ventura, 2007, p. 125).

Ahora bien, esta imagen romántica de las guerreras vikingas es un tema bastante discutido aún. En la Gesta Danorum de Saxo Grammaticus —monje danés del siglo XII—aparecen mujeres que combaten con coraje y destreza junto a sus hombres, hoy conocidas como doncellas escuderas (Skjaldmӧ). También en la Saga Vulsunga y en la Edda Poética encontramos a Brunilda (Brynhildr) como un ejemplo de tan valientes guerreras. Pero siendo realistas, esto no era lo más común. De hecho, las mujeres no llevaban armas en la granja, no porque no pudieran, sino, por su propia protección, para que los hombres no se sintiesen tentados a dañarlas de ninguna manera. Un hombre de esta sociedad jamás atacaría a otro que estuviera desarmado, era una cuestión de honor. Esto quiere decir que si una mujer sufría alguna agresión el culpable era deshonrado y castigado de manera severa. También hay que aclarar que las mujeres sí sabían muy bien defenderse y usar las armas. Aprendían desde muy pequeñas, lo cual era algo necesario, pues, los hombres pasaban todo el verano fuera y las mujeres debían saber defender la granja y a los niños en caso de sufrir algún ataque. Además de todo esto, lo que más sorprende de la mujer nórdica, es su autoridad moral, podría decirse sin miedo a exagerar que eran el alma de la sociedad, los hombres, solo los brazos.

Bibliografía

Boyer, R. (2000). La vida cotidiana de los vikingos (800-1050). Medievalia.

Frodi, S. (1986) Edda Poética. Alianza Editorial.

Gibson, M. (1981). Vikingos. Molino.

Ventura, M. (2007). Vida familiar y doméstica de los pueblos del norte de Europa. Peryuat Libros.

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