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Amor, muerte y robots: Mundos de sueños y pesadillas en pequeñas dosis

Love, Death & Robots nos presenta una lógica interna e integridad propia con un universo lleno de nostalgias y sin clichés
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Cuando Love, Death & Robots de Netflix dio la luz en el 2019 me sorprendió de manera muy grata, y no solo a mí sino también a otros conocidos no muy seguidores del género fantástico y la ciencia ficción.

El motivo: buenas historias auto conclusivas y aterrizadas en excelentes guiones cortos, así como el arte peculiar de animación con el que fueron desarrollados cada entrega de esta antología.

Esta recopilación de cuentos otorga un aire fresco a la representación audiovisual del género de la ciencia ficción y el fantástico como medio artístico. Medio desgraciadamente sobrecargado de clichés y guiones débiles a pesar de venir de superproducciones, remakes de clásicos, filmes de superhéroes mal contados y todo el nuevo cáncer mediático de lo “políticamente correcto”, la censura y la cancelación de la cultura.

Love, Death & Robots se aleja de todo eso. Su secreto: la libertad creativa de sus realizadores sin la presión y obstáculo de los productores (cosa que se puede notar y mucho). Segundo: el uso de obras literarias de alta calidad adaptadas a guiones por un buen escritor. Tercero: el uso de distintas técnicas de animación inteligentemente acopladas para cada historia. Y cuarto: mucho amor y entusiasmo por el género de fantasía y ciencia ficción.

Sin embargo, a pesar de ser solo una antología, Love, Death & Robots nos presenta una lógica interna e integridad propia con un universo lleno de nostalgias y sin clichés.

Esta serie fue realizada por David Fincher y Tim Miller, este último, director de filmes como Deadpool, Terminator Dark Fate y fundador de Blur Studio. La idea surge a partir de un viejo sueño de los realizadores sobre adaptar la legendaria revista ochentera de cómics de fantasía y ciencia ficción Heavy Metal. Cuando ese proyecto fracasó, ambos se volcaron a crear una antología con el propósito de realizar un homenaje a dicha revista. Al dúo, se les une el trabajo de escritura de Philip Gelatt, entusiasta del arte del cortometraje y escritor del exitoso videojuego Rise of the Tomb Raider y de la clásica película de horror Europa Report. Gelatt escribió 15 de los 18 cortometrajes, todos ellos adaptados de cuentos cortos. Con él, el objetivo de los realizadores logró cumplirse de manera satisfactoria.

Sin embargo, a pesar de ser solo una antología, Love, Death & Robots nos presenta una lógica interna e integridad propia con un universo lleno de nostalgias y sin clichés. En ella, los creadores explotan hasta límites inimaginables el formato del cortometraje para las historias a narrar. Aparte de eso, está la independencia en la variación del tipo de narrativa y visualidad, pues usaron a 20 directores con distintos estilos de animación para desarrollar 18 relatos. La variedad en dichos estilos impulsa la reinvención y diversidad de cada nuevo universo propuesto en los cortos, haciéndolo creíble. Como en un compendio de ciencia ficción: a cada nuevo cuento le corresponde una nueva textura, un nuevo escenario y una nueva realidad.

Las historias van desde la fantasía, SCifi, horror y comedia; pero con un adecuado tono bien adulto. Debido a la profundidad de algunos cortos, un público demasiado joven quizás —y solo quizás— no pueda apreciar la riqueza de la trama, ni la manera natural, sin tabúes y sin obscenidades con que se afrontan algunos de los momentos: como los sexuales, el humor negro sin piedad, y la rienda suelta al gore. Pero eso no le quita que la serie aborde tonos más filosofales, apreciándose en la mayoría de los cuentos un marcado regodeo en la temática de la muerte, la relación psicológica de la humanidad con la ciencia ficción y la fantasía, donde el amor, la muerte y el alma logran trascender a toda clase de constitución física, ya sean humanos, espectros, licántropos, vampiros, humanoides, ciborgs y, por supuesto, robots… Ejemplo de ello ocurre en “Tres Robots”, uno de los relatos más simpáticos y humorísticos que se ambienta en un escenario postapocalíptico, lleno de cadáveres humanos, donde dichos protagonistas escogen para hacer su turismo vacacional.

En cuanto a la duración de cada corto, apenas de 5 a 17 minutos en su mayoría, se encuentran bien delimitados en su narración y la construcción de personajes, y son más que suficientes para lograr sumergirnos en sus historias al punto de empatizar con todos los conflictos. En resumen, no les falta ni les sobra nada.

Sin embargo, un aspecto bastante desfavorable es que algunos de los cortos presentan un aire bastante anecdótico, por lo que su desenlace a veces cae en la nada, en lo obvio y predecible. Ejemplo de ello son los cortos de temática bélica cuya fórmula pueden resultar un poco repetitiva. Pero de manera general, cada historia y su visualidad es tal, que por mínimo nos provoca una profunda reflexión de la situación planteada en los cortos, haciéndonos preguntar sobre muchas cosas, especular sobre otras, y todo alrededor de la humanidad, su existencia, la tecnología, el alma y ¿el futuro?… cosa que consigue… y vaya que lo consigue.

Aquí es donde recomiendo que esta serie sea un ejemplo para seguir como medio para adaptar relatos cortos de escritores latinoamericanos como: Yoss, Erick J. Mota, Bernardo Fernández (BeF) y Pola Oloixarac, cuyas obras aún no superan la sombra del mercado anglosajón. El cortometraje, puede ser una vía a la luz para muchas de estas obras sudamericanas, aunque los recursos para ello sean limitados o inexistentes.

Resumen: con Love, Death y Robots tenemos una serie muy bien concebida, de corta duración, de contenido nada ligero de digerir, aunque sí altamente adictivo; un verdadero disfrute que podría innovar de golpe los estancados patrones de calidad narrativa, artística y de técnica para los productos audiovisuales de SCiFi.

La serie completa, parece un juego de niños entre Fincher y Miller, capaces de producir mediante el azar y la imaginación, mundos caóticos e irrepetibles como los sueños y las pesadillas.

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