Soylent Green: Cuando el destino nos alcanza

febrero 10, 2021
Soylent Green

Soylent Green (1973), también conocida por su título en español como «Cuando el destino nos alcance», representa uno de esos eternos clásicos del cine de ciencia ficción; a pesar de que, de manera estética, no ha envejecido muy bien, su mensaje y advertencia se mantiene más alarmante que nunca.

La trama contempla los efectos de la humanidad en el planeta. Quemar el presente, en espera de que las próximas generaciones se encarguen de remediar con lo que quede del desastre. Ya sea en esta historia el descontrol del crecimiento poblacional, y el egoísta abuso de la tecnología, a la humanidad parece gustarle fingir su ceguera o estupidez por conveniencia; aunque eso selle a largo plazo su destino como especie.

El filme estadounidense dirigido por Richard Fleischer se basa de manera muy  amena en la novela «¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!» (1966), de Harry Harrison y es protagonizado por Charlton Heston (Ben-Hur , Sed de Venganza, El planeta de los simios), Edward G. Robinson y Leigh Taylor-Young en los papeles principales.

Desde el inicio de la película se muestra como la industrialización descontrolada del siglo XX conllevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global.  Nos encontramos en la ciudad de Nueva York en 2022; habitada por más de 40 millones de personas. De este grupo se mantiene separada una reducida elite que ejerce el control político y económico con acceso a ciertos privilegios como verduras y carne. El resto de la población se mantiene apretujada en calles y edificios de manera miserable y con un calor asfixiante debido al efecto invernadero.

Las únicas fuentes de alimento disponible son dos variedades de un producto comestible: Soylent rojo y Soylent amarillo basados en procesados de vegetales; los alimentos naturales son un lujo exclusivo para los sectores en el poder. Thorn (Heston) un policía, recibe el encargo de resolver el crimen de uno de los directivos de la poderosa Soylent, la compañía que controla la distribución de alimento a más de la mitad del mundo y que acaba de sacar al mercado el Soylent verde, basado en plancton.

Este filme fue uno de los primeros en tratar la temática de la ruptura del equilibrio ecológico y ofrecer una visión muy peculiar del desarrollo tecnológico y sus vínculos con la política. Refleja las preocupaciones existentes durante los años setenta, cuando el fantasma de un futuro negativo empezaba a aparecer en la mente de las personas, algo que más tarde comenzó a verse con otros clásicos del cine como Terminator (1984) o Blade Runner (1982).

Edward G. Robinson interpreta a Solomon «Sol» Roth Ida, alias «Libro» un hombre sabio y tierno, en cuyas manos estará, la clave del terrible misterio que esconde la trama de la película. Sol no deja nunca de rememorar el pasado «lo perdido para siempre», cuando el mundo era más habitable, sano y la comida era suficiente para todos. Sin embargo, el escéptico y resignado Thorn, que desde su nacimiento ha vivido casi toda su vida en la catástrofe ecológica, no se interesa mucho y le resulta muy difícil creer en tales historias.

Una de las escenas más emocionantes de esta película acontece antes del grotesco y genial desenlace -el cual dicho sea de paso supera mucho a la obra literaria en la que se basa. Se trata del momento donde Sol decide ir a un Centro Sanitario, «El Hogar» para terminar con su vida; mientras se lleva a cabo este proceso vive por última vez las imágenes de esa tierra no consumida ni contaminada, ahora perdida para siempre. Thorn, no logra detener la muerte de su amigo, pero al ver a través de las pantallas el recuerdo de aquel mundo, se derrumba. Acaba de ser testigo de lo que fue y nunca se recuperará. Todo lo que queda para él, aparte de resolver el misterio de la trama del filme, es calor, inanición y hambre.

El filme culmina con un mensaje frustración ante la destrucción que exige el desarrollo de la humanidad, una plaga de sí misma. La solución que se plantea es grotesca pero momentánea; la materia prima para el Soylent Green veremos que es una solución temporal, una mera gasa ante lo inevitable. El egoísmo de la humanidad, la ha arrastrado hasta el final de su camino. Ya no hay futuro, ya no más.

 

Referencia

Cuando el destino nos alcance, no hay futuro, de Juan Luis Caviaro.

¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! Novela  , de Harry Harrison 1966

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