A pesar de ser uno de los aspectos folclóricos más populares a la hora de la representación de lo cubano, de trascender nuestras fronteras y de dar sentido a la vida de muchísimas personas, la santería carga aún en Cuba con el estigma de lo salvaje, de lo atrasado, y hasta de ser «brujería» en su significado más ortodoxo de «trato con entes demoníacos». Lo que quizás no sepan quienes ayudan a la perpetuación de esta forma del racismo, es que hacia la época en que ya los yoruba utilizaban el culto a los orishas como medio de realización del individuo –destinado a desvelar los rasgos definitorios del carácter y a garantizar a cada persona, a través de una serie de recomendaciones específicas, un paso útil, exitoso y digno por la vida–, los muy adelantados europeos eran todavía capaces de acusar a un animal de herejía, de presentarlo con vestiduras humanas ante un tribunal para que fuera juzgado, y de aplicarle torturas en busca de una confesión que, según consta en varios documentos inquisitoriales, consiguieron más de una vez.
Y es que estamos tan acostumbrados a ver de manera automática la dicotomía civilización/barbarie en el par Europa/África, que lo primero que una obra como Orígenes de la Santería Cubana nos causa es una mezcla de admiración y pasmo. Admiración ante toda la belleza, complejidad e historia que atesoran los rituales de las Reglas de Osha y de Ifá. Asombro al descubrir sus insospechadas conexiones con otras corrientes de pensamiento como el islamismo o la filosofía oriental. Y desconcierto cuando comprendemos que el tan promulgado sincretismo religioso de Cuba no es más que otra de las interpretaciones reducidas de la africanidad legadas por el colonialismo.
A ello súmese que este es un libro escrito por un practicante, en donde se agradece, sobre todo, la ausencia de esa mirada exótica con la que suelen abordar estos temas, aun sin quererlo, los investigadores no iniciados. En este sentido, Orígenes… es el homenaje de un hombre a su fe vilipendiada. Aprovechemos entonces la sinceridad y el desenfado de su autor para adentrarnos en ese mundo fascinante y mágico con el que coexistimos los cubanos, aunque no siempre podamos reconocerlo ni lo sepamos entender.
