Qualia ausentes y funcionalismo

febrero 15, 2023
Qualia ausentes y funcionalismo
Qualia ausentes y funcionalismo, Alejandro Villamor Iglesias. Dialektika (2022)

En la edición española del artículo de Ned Block Las dificultades del funcionalismo, publicada en la antología de Rabossi: Filosofía de la mente y ciencia cognitiva (Barcelona, Paidós, 1995), dice el autor:

“El Argumento de los Qualia Ausentes explota la posibilidad de que el estado Funcional o Psicofuncional que los Funcionalistas o Psicofuncionalistas querrían identificar con el dolor, pueda ocurrir sin que ningún quale ocurra. También parece ser concebible que ocurra un quale sin que ocurra dolor. Ciertamente, hay hechos que prestan apoyo a este punto de vista. Luego de lobotomías frontales, los pacientes informan típicamente, que todavía tienen dolores, aunque los dolores no los molestan ya. Esos pacientes exhiben todos los signos “sensoriales” del dolor (…), pero a menudo no tienen deseo, o tienen pocos deseos, de evitar los estímulos ‘dolorosos’” (p. 131).

Ante esta cuestión surge una pregunta: ¿En qué medida representa esto un problema para el funcionalismo y, en general, para la llamada “reducción funcionalista” de los estados fenoménicos? En lo que sigue, plantearemos cómo el funcionalista podría responder a la objeción de los supuestos qualia ausentes.

El argumento de los qualia invertidos se ha empleado tanto contra las teorías de identidad de tipos como contra el funcionalismo. En ambos casos estamos ante teorías que correlacionan los estados mentales con estados físicos. Si bien en una se establece una correlación biunívoca entre estado mental tipo con estado físico tipo y, en el otro caso, estamos ante una teoría de la identidad de ejemplares. No se establecen en el último caso, el del funcionalismo, leyes psicofísicas tan comprometidas como en el primero. El problema que supondría el argumento de los qualia ausentes consistiría, dicho llanamente, en la posibilidad de concebir individuos (los “zombies” de Chalmers, por ejemplo) a los que podemos otorgar unos estados mentales como los nuestros pero carentes de conciencia fenoménica, cualitativamente distintos (grita cuando le pego una patada, pero no siente dolor). Por este motivo, la equiparación funcional que haríamos entre el humano y el zombi sería incorrecta:

La Objeción de la Ausencia de Qualia procede de forma similar, comenzando con el argumento de que es posible que un estado mental de una persona x sea funcionalmente idéntico a un estado de y, aunque el estado de x tenga carácter cualitativo mientras que el estado de y carezca totalmente de carácter cualitativo[1].

El funcionalismo terminaría cayendo en su misma trampa al afirmar que un mismo estado mental puede ser compartido por individuos que no compartan los mismos estados físicos. Al caracterizar el dolor, por ejemplo, como idéntico a un estado funcional definido en términos de relaciones causales, el funcionalista se compromete con la posibilidad de que, por ejemplo, haya extraterrestres cuyos supuestos estados mentales sean idénticos a los nuestros. Lo que da como resultado el problema de que la equiparación funcionalista entre un zombi y un humano es incorrecta, pues el zombi no tendría, a pesar de todo, conciencia fenoménica de sus estados mentales: “Podría suceder que dos organismos fuesen funcionalmente idénticos y sin embargo uno de ellos careciera de estados mentales con contenido cualitativo” (García Suárez, 1995, 362-363).

Si de lo que se trata es de establecer funcionalmente una equivalencia en base a inputs y outputs, entonces un organismo con inputs y outputs equivalentes a los míos sería equivalente a mí (García Suárez, 1995, 363). Aunque los estados mentales entre ambos difieran cualitativamente. Esta idea se puede recoger, asimismo, recordando el argumento de la habitación china de Searle: imaginemos un individuo que tiene en su cerebro un pequeñísimo homúnculo con un manual de chino. Al recibir determinados inputs (verbigracia, una pregunta en chino), el homúnculo consulta rápidamente el manual de chino dando como resultado determinados outputs (una respuesta en chino por parte del sujeto, siguiendo el ejemplo anterior). Si bien no diríamos, dejando de lado la polémica que aquí nos salpica, que el hombre con este homúnculo sabe chino al dar simplemente una respuesta conductual a determinados inputs, “el programa es «realizado» en sentido funcionalista” (García Suárez, 1995, 366). ¿Cómo podría contraatacar el funcionalista?

Una primera respuesta podría pasar por lo que Shoemaker denominó “incompatibilismo funcionalista” (García Suárez, 1995, 366). Esta posición, defendida entre otros por Harman y Dennett, salva a la posición funcionalista a través de la negación de los qualia. Dan Dennett se encargó de “quinear los qualia” negándolos como meras ilusiones preteóricas. Al desaparecer los qualia, también desaparece el problema: sucede el dolor, pero nada así como un quale de este. En ningún caso podría suceder eso que sostiene Block acerca de los qualia del dolor sin dolor. Esta propuesta niega que haya problema. Por otra parte, tenemos al “compatibilismo funcionalista”, defendido por Shoemaker, quien pretende dar una respuesta al problema sin negarlo (al negar los qualia). Block describe la objeción de Shoemaker de la siguiente manera:

El argumento de Shoemaker contra la posibilidad de los qualia ausentes es el siguiente: si los qualia ausentes son posibles, entonces la presencia o ausencia del carácter cualitativo del dolor no supondría ninguna diferencia para sus consecuencias causales; y así, según una teoría causal del conocimiento, podríamos no tener conocimiento del carácter cualitativo del dolor; pero dado que sí tenemos conocimiento del carácter cualitativo del dolor (en cualquier sentido de "carácter cualitativo" de interés para una discusión de los qualia ausentes o invertidos), los qualia ausentes no son posibles (Block, 1980, 259)[2].

Para Shoemaker, la posibilidad de los qualia ausentes es nula. La piedra angular sobre la que gravita esto es la imposibilidad de ir más allá de los rasgos funcionales. Si decimos que, tanto el dolor del zombi como el mío son funcionalmente equivalentes, difícilmente podremos decir que este estado mental, en el caso del zombi, no es cualitativamente equivalente al mío. Al igual de lo que sucedería si fuera mi caso, si vemos cómo una persona con unos zapatos de generoso tacón pisa, con uno de ellos, el dedo meñique del pie derecho de un zombi, este aparta el pie instantáneamente, grita y dice que le duele tal dedo, entonces el zombi tiene dolor.

No existiría a partir de aquí ningún modo, ni siquiera a través de un encefalograma, de tener evidencias de que el zombi no tiene qualia. Además, ni siquiera por introspección el propio zombi podría decir que carece de la experiencia fenoménica del dolor. Para poder tener la creencia de que tiene tal dolor en el dedo meñique, esta tendría que venir acompañado por una serie de creencias acerca de, por ejemplo, el grado de dolor, el lugar exacto… Unas creencias que, por esto, podríamos entender como cualitativas.

En definitiva, resulta difícil imaginar, en primer lugar, de qué forma un organismo podría ser funcionalmente equivalente a nosotros y no tener una percepción cualitativa equivalente de sus estados mentales. Es decir, de cómo el zombi podría tener creencias acerca de su dolor (como el grado o el lugar) sin tener la experiencia subjetiva del mismo. Pero, además, resulta que si la de los qualia ausentes fuera una posibilidad, entonces ni siquiera cada uno de nosotros podría dar cuenta de ese carácter cualitativo. En la misma línea parece orientarse Patricia Churchland cuando sostiene que “en la medida en que los estados mentales cualitativos son provocados por objetos rojos y son la causa de que creamos que algo es rojo, esos estados son sensaciones de rojo sea cual sea su carácter intrínseco” (García Suárez, 1995, 372).

Por ende, los ejemplos aportados por Block acerca de la posibilidad de que haya individuos con el estado funcional adecuado, pero que no sientan el dolor o, a la inversa, que tengan dolor, pero no la característica funcional adecuada, son cuestionables.

Referencias

Block, N., “Are absent qualia impossible?”, The Philosophical Review, LXXXIX, nº 2, 1980.

García Suarez, A., “Qualia: propiedades fenomenológicas”, en BRONCANO, F. (Ed.), La Mente humana, Madrid: Trotta, 1995.


Notas

[1] Traducción del Editor: “The Absent Qualia Objection proceeds along similar lines, beginning with an argument that it is possible that a mental state of a person x be functionally identical to a state of y, even though x’sstate has qualitative character while y’s state lacks qualitative character altogether” (Block, 1980, 258).

[2] Traducción del Editor: Shoemaker’s argument against the possibility of absent qualia is this: if absent qualia are possible, then the presence or absence of the qualitative character of pain would make no difference to its causal consequences; and so, according to a causal theory of knowledge, we could have no knowledge of the qualitative character of pain; but given that we do have knowledge of the qualitative character of pain (in any sense of «qualitative character» of interest to a discussion of absent or inverted qualia), absent qualia are not possible (Block, 1980, 259).

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