Bioshock: sin dioses ni reyes solo para los hombres

enero 17, 2021

Rapture fue una ciudad construida bajo el océano, donde el artista no tenía que temer al censor, donde el científico no estaba limitado por la moral, donde los grandes nos estaban constreñidos por los pequeños, donde con solo el sudor de tu frente, también podría ser tu ciudad. Una ciudad sin limitaciones de ningún tipo, donde el honrado triunfará gracias a su esfuerzo y todos se mueven hacia una única meta clara: progreso. Un auténtico sueño.

El único problema de la maravillosa idea de una sociedad perfecta se descubre cuando caemos en la siguiente cuenta: una sociedad está formada por seres humanos, y los seres humanos no son perfectos.

Cuando llegamos a Rapture quedamos asombrados por la belleza de esta ciudad bajo el mar, mientras escuchamos el monólogo de Andrew Ryan: «todas las cosas buenas de esta tierra fluyen en la ciudad y así entramos en la infraestructura de esta idónea metrópolis y posteriormente caemos en la oscuridad y la sangre».

Esto es la esencia inicial que nos propone el multipremiado videojuego «Bioshock» un shooter en primera persona con personalizaciones de juegos de rol, elementos de juego de sigilo y fragmentos de survival horror, diseñado e ideado por Ken Levine y desarrollado por Irracional Games hasta su lanzamiento el 21 de agosto de 2007. Aquí el jugador asume el rol de Jack que tiene como objetivo luchar a través de Rapture, usando armamento y plásmidos (modificaciones genéticas), a fin de completar objetivos.

Bioshock es una ucronía ambientada en 1960. Rapture fue prevista por el magnate Andrew Ryan, quien diseñó un estado laissez faire para escapar de la autoridad política, económica y religiosa cada vez más opresiva en la tierra. Libre de parásitos sociales las personas se nutren del fruto de su trabajo. La ciudad fue secretamente construida en 1946 sobre un relieve oceánico en la mitad del océano Atlántico, utilizando volcanes submarinos para proveer a la misma de energía geotérmica, garantizando de esta forma su absoluta autonomía del exterior.

El juego basa su argumento en varias novelas leídas por Ken Levine, entre ellas 1984 de George Orwell, Logan’s Run de William F. Nolan, y la polémica novela La Rebelión de Atlas, de la escritora Ayn Rand, publicada en Estados Unidos en 1957 considerada por muchos el segundo libro más importante de Estados Unidos después de la Biblia -de hecho, uno de los personajes principales del juego, Andrew Ryan, es una adaptación del propio nombre de la autora.

Rapture es en sí una alegoría de La Rebelión de Atlas, ya que representa la idea de un refugio para ricos y creativos individualistas para desenvolverse de manera   independiente libres del control y obligaciones estatales; sin embargo, el escepticismo crónico de su creador dota esta obra maestra del videojuego narrativo con un análisis muy crítico.

Al no existir el freno de los impuestos, el progreso científico floreció en Rapture conduciendo a un rápido desarrollo en ingeniería y biotecnología, gracias en parte a científicos brillantes que Ryan trajo a la metrópolis. Uno de esos adelantos fue ADAM, células madre cosechadas de una especie de babosas de mar anteriormente desconocida, la cual fue descubierta por la Dra. Bridgette Tenenbaum para tener la capacidad de regenerar tejido dañado y reescribir el genoma humano. ​

En colaboración con el gánster y empresario Frank Fontaine y el doctor Yi Suchong crearon la industria de los plásmidos, en la cual los clientes podrían mejorar sus cuerpos con cualidades sobrehumanas. Tenenbaum halló que ese ADAM podía ser producido en masa implantando a las babosas en los estómagos de niñas jóvenes, que eran tomadas de orfanatos, las cuales terminarían por convertirse en las Little Sisters.

Ryan decide no entrometerse ante esta situación, porque la propia ideología de su ciudad estipula que la moral no puede frenar a la ciencia. Esta misma decisión conllevó al hundimiento de Rapture, pues cuando alguien es re-combinado con ADAM, y no puede mantener un suministro constante de esa sustancia, su cuerpo y mente empiezan a fallar y a degenerarse.

No es difícil percatarse que el uso del vientre de niñas huérfanas como recipientes es la mayor muestra de inmoralidad en Rapture, aunque a nivel práctico se trate de una decisión brillante.

Las religiones para bien y para mal han establecido normas sociales a lo largo de la historia; los gobiernos establecen leyes que regulan nuestra conducta dentro de una sociedad ¿Qué sucede cuando no tienes ni una ni la otra? pues que no hay ni dioses ni reyes, solo el hombre sin nada que lo límite de ser como es ¿Es necesario el control del libre albedrio para evitar que las personas civilizadas se conviertan en bestias? Los extremos son malos en ambos aspectos, y al final, esta sociedad «idílica» acaba colapsando bajo el peso de abominaciones que permitió.

Esta obra pone el énfasis en una verdad de Perogrullo convenientemente olvidada por miedo, frustración o manipulación: que la raza humana logre un equilibro es un sueño tan quimérico como los de Andrew Ryan. Al regresar a las profundidades (marinas) de Rapture nos percatamos que al no existir «ataduras sociales y morales» los habitantes impulsados por su egoísmo individual de manera arrolladora, ponen la belleza por encima de la salud, el arte por encima de la propia vida humana, la ciencia por encima de cualquier línea moral y el deseo de controlar a muchos solo para beneficio propio.

Rapture es un sueño imposible de lograr, pero al igual que otros proyectos quiméricos en la historia de la humanidad, intentable. El videojuego sirve así de advertencia y catarsis. En el plano terrenal no hay escape del Samzara. La gente es imperfecta y son estas quienes estructuran y conforman cualquier sociedad. Ni la idea más brillante, el genio más absoluto o el esfuerzo más duro pueden cambiar esta lapidaria verdad; la propia naturaleza del género humano hace que cualquier utopía permanezca siendo eso, utopía.

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