«El arte de desaparecer»: Entrevista a Jean Baudrillard

«Nunca entendí por qué se suponía que yo fuera posmoderno»
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Introducción

Jean Baudrillard y su esposa Marine, una pareja sin pretensiones y accesible, no son exactamente el tipo de personas que uno llamaría «intelectuales parisinos arrogantes». Era la primavera del año 2000 en Oslo. Despistado, como siempre, llegué media hora tarde para llevarlos a cenar.

Allí estaban ellos, sonriendo, esperándome frente a la embajada de Francia. Durante la comida les pregunté sobre el actual clima intelectual en París. «¿Todavía se caracteriza por la presencia de activistas como Sartre, Simone de Beauvoir y Foucault, o se parece más a las acaloradas discusiones políticas en cafés o en casas de filósofos conocidos?». Baudrillard y su esposa sacudieron la cabeza. Él dice que los años posteriores a los activos 70s y 80s se han caracterizado por ser más profesionales, los intelectuales estatales no van más allá de los límites de sus oficinas o sus escritos, la hostilidad y la arrogancia generan división entre ellos.

Ahora, el último de los grandes filósofos franceses de la década de 1970 está muerto, uniéndose a las filas de Foucault, Lyotard, Guattari, Deleuze y Derrida. Jean Baudrillard sucumbió al cáncer en marzo. Para conmemorar la ocasión, presentamos un extracto de una entrevista inédita que hice con él en el momento de su última visita a Noruega en el 2000.

Jean Baudrillard es probablemente el filósofo mediático más importante que hemos visto en los últimos años. Un «profeta» cuyas descripciones y análisis contundentes fueron validados por la emergente sociedad de medios de comunicación de la década de 1970. No es mera coincidencia que sea Simulacra and Simulations de Jean Baudrillard lo que el personaje de Neo (Keanu Reeves) usa como escondite para un importante CD en la película The Matrix (1999). El propio Baudrillard no era un gran consumidor de los medios o amante de las tecnologías de la información; usó una máquina de escribir la mayor parte de su vida, evitó los teléfonos móviles y se suscribió a los 500 channels and nothing on de Bob Dylan. Pero él estaba al tanto de todo lo que ocurría. Se dio cuenta de que mucha de nuestra capacidad lúdica se volvió funcional; de como el deporte, el trabajo y el tiempo libre se han estructurado y los videojuegos eliminan gran parte del encanto de los viejos juegos en equipo. Se percató de que todo salió mal para nosotros los adultos. Baudrillard señaló que soñamos con los ojos abiertos, explicando así cómo guerras como la del Golfo nos parecieron irreales, percibidas simplemente como eventos en la televisión. Podemos reconocer esto también hoy si tomamos el caso de la guerra de Irak.

¿Quién realmente experimenta la guerra? El problema es que con los «estremecimientos del televisor» y la estetización de los efectos catastróficos de la guerra, caemos en una especie de trance amnésico, un ámbito de responsabilidad virtual donde consumimos experiencias, absorbemos el dolor y permitimos que la pantalla del televisor nos envuelva en un circuito cerrado. En esta hiperrealidad, dejamos de experimentar con nuestros cuerpos y esencialmente nos convertimos en procesadores de símbolos para los medios. Tal partida (o juego, en referencia a la crítica social de Guy Debord) logra una prominencia en nuestro mundo hiperrealista donde la realidad es una dimensión simbólica que se ha separado de lo real. Son precisamente las reglas del juego, el margen de maniobra, las oportunidades y los absurdos de esta realidad quebrada lo que aborda Baudrillard.

Investigó los regímenes de valor de los signos y la inviabilidad del intercambio simbólico en el sistema tardío de producción capitalista. Finalmente se apartó del marxismo —que aún conservaba el valor de uso, la necesidad y la escasez— y se dirigió hacia el análisis del consumo de medios. Con Simulacres et Simulation (1981) fue incluso más lejos al reconocer que «la realidad ya no es posible»[2]. En lugar de criticar la ilusión, trató de disipar los símbolos e imágenes hegemónicos. El estilo de Baudrillard se volvió más lúdico, aparentemente exagerado y provocativo, en línea con su autodeclarado «nihilismo activo» nietzscheano, el cual tiene como objetivo desafiar una sobreproducción simbólica y material que ha desplazado la realidad.

Un magnífico juego

Truls Lie (TL): ¿Cómo debemos entender la relación entre el juego y la insistencia del régimen de valores dominante en la producción y el consumo? Se pudiera decir que la producción de hoy satisface un deseo positivo y lúdico de crear. A pesar de que hay una sobreproducción de prácticamente todo, puede haber un «humano jugando» detrás de escena. Usted ha dicho que es problemático que las personas desempeñen un papel activo en la sobreproducción actual, pero ¿por qué no debería basarse en el juego, en un deseo productivo, como Gilles Deleuze lo hubiera hecho?

Jean Buadrillard (JB): Piense en todo como un magnífico juego, donde ciertas cosas representan más y a otras cosas. El juego y los juegos tienen varias dimensiones que han sido clasificadas por el sociólogo Roger Caillois: mimetismo (el juego de representación), alea (el juego de azar), agón (rivalidad y competencia) y por último, pero no menos importante, ilinx, la vertiginosa dimensión delirante inherente a algunos juegos[3]. Nuestra producción moderna, sobreproducción y sobreabundancia de comunicación e información corresponden a un juego vertiginoso y delirante. Esta dimensión tiene un estatus más alto que las otras. En consecuencia, según la tipología de Caillois, tenemos un desarrollo unidimensional de una categoría; pero debemos tener una combinación de las cuatro dimensiones para producir un juego realmente completo.

TL: Usted dice en alguna parte que cuando el deseo se ha satisfecho, las personas experimentan una especie de muerte mental. ¿Hasta qué punto es una exageración y cómo entiende la función retórica incrustada en su estilo de escritura?

JB: Soy muy consciente de la retórica paradójica en mi escritura, una retórica que excede su propia probabilidad. Los términos se exageran a propósito. Si la verdad no existe, entonces tenemos que proceder detrás del escenario metafísico de sujetos y objetos. Me gusta explorar en mi escritura lo que sucede después de la desaparición de diferentes cosas y verdades, y esto solo se puede hacer mediante el uso de experimentos mentales. Por supuesto, este no es un discurso sobre la verdad: no todo se puede verificar, no hay pretensiones al respecto. Lo mismo ocurre con la cuestión del deseo. Decir que todos los deseos se satisfacen no tiene sentido porque el deseo como tal no se puede satisfacer, sino todo lo contrario. Pero en este mundo de producción, el deseo es al mismo tiempo productivo y un medio de satisfacción. En consecuencia, hemos perdido el contacto con todo el concepto de deseo, deseo como metáfora, deseo como promesa, como algo que no puede satisfacerse o hacerse realidad. Yo no uso el término «desear» muy a menudo. El término estuvo de moda en las décadas de 1960 y 1970. Supongo que es lo mismo para mí con el término «simbólico». Muchos de estos términos paradigmáticos fueron acuñados para otras épocas. «Deseo» todavía se aferra al mundo del sujeto. Incluso Deleuze piensa en el deseo dentro de una esfera de producción, aunque sea un tipo de producción diferente y superior. La producción molecular fue un gran paso para Deleuze, pero incluso esta proliferación y fractalización del término «deseo» mantuvo su forma original y nunca se desarrolló más. Me gusta explorar en mi escritura lo que sucede cuando algo termina.

«Soy nihilista, no posmodernista»

Baudrillard, junto con una serie de otros pensadores franceses, a menudo se ha presentado como un destacado posmodernista, con todas las características negativas y engañosas que implica el término. Desde la difusión inicial de la posmodernidad en la década de 1970 el significado de este término siempre ha sido ambiguo: ¿un término de la época? ¿Descriptivo de una forma de pensar? ¿O una especie de estilo intelectual relacionado con un cierto enfoque y forma de escritura?

TL: ¿Cómo percibe el posmodernismo?

JB: No tengo nada que ver con eso. Yo no sé a quién se le ocurrió este término. Viene de la arquitectura, ¿no? Nunca entendí por qué se suponía que yo fuera posmoderno. Pero cuando se trata del libro Simulacres et Simulation, ¿por qué no? En él no se aborda una modernidad que tiene una finalidad progresiva o un desarrollo tecnológico con límites claros que representan un resultado donde no sucede nada. Siempre hemos tenido simulación y simulacros, y quizás también otro nivel de virtualidad. Pero no tengo fe en el «posmodernismo» como término analítico. Cuando la gente dice: «Eres posmoderno», respondo: «Bueno, ¿por qué no?» El término simplemente evita el problema en sí.

TL: ¿Podría el término «transmodernismo» describir mejor nuestro tiempo?

JB: Este es un término mucho más interesante. No soy el único que lo usa, por ejemplo, Paul Virilio usa el término «transpolítico»[4]. El término analiza cómo se desarrollan las cosas después de que los principios del realismo político han desaparecido. Cuando esto sucede, tenemos una dimensión donde la política siempre ha existido y siempre existirá, pero no es el verdadero juego político. Lo que sucede después pone en juego la misma problemática, pero está específicamente conectada a áreas definidas; tenemos transestética, transeconomía, y así sucesivamente. Estos son mejores términos que «posmodernismo». No se trata de modernidad; se trata de cada sistema que ha desarrollado su modo de expresión en la medida en que se supera a sí mismo y a su propia lógica. Esto es lo que estoy tratando de analizar.

TL: Sin embargo, la época en que vivimos tiene sus etiquetas o características definitorias. Usted ha escrito que la característica de la era romántica fue reemplazada por el surrealismo, que a su vez fue reemplazado por la transparencia. Describe usted la transparencia como una situación nihilista. ¿De qué tipo de nihilismo estamos hablando aquí?

JB: No estoy hablando de transparencia en el sentido de que ves todo en la televisión, sino que es la televisión la que te está mirando a tí[5]. Se trata de reversibilidad en el peor sentido. Se trata de la visibilidad, la desaparición total del secreto. Todo tiene que ser visible, no en la forma del panóptico donde todo es visible a simple vista[6]. La transparencia es más que visibilidad, está desprovista de secretos. No solo es transparente para otros, sino también para uno mismo. Ya no hay ninguna sustancia ontológicamente secreta. Percibo que esto es nihilismo en lugar de posmodernismo. Para mí, el nihilismo es algo bueno: soy nihilista, no posmodernista.

Para mí, la pregunta es precisamente esta: «¿por qué no hay nada, en lugar de algo?»[7] No buscar nada, la Nada o la ausencia, es un buen tipo de nihilismo, un nihilismo activo, nietzscheano, no un nihilismo pesimista[8].

Seducción y muerte

Uno puede preguntarse por qué la nada debería ser algo que buscar. Pero cuando la norma es que los niños en Noruega tengan cada uno 500 cosas, y que el significado de la vida para muchos gire en torno a la compra de más y más cosas nuevas —ya sea el último modelo de teléfono móvil o una escalera— entonces la producción capitalista puede beneficiarse de alguien como Baudrillard, alguien que adopta mecanismos de defensa contra este tipo de sobreproducción. Uno de los dos mecanismos de defensa que Baudrillard adoptó fue, notablemente, su fascinación por la seducción. En un mundo de consumo exagerado y sobreproductivo, la seducción tiene una cualidad que aleja o finge; un contrapeso a la producción capitalista que simplemente exhibe y presenta. El otro mecanismo de defensa estaba dirigido a una forma de pensar centrada en el sujeto, a las teorías que afirman la libertad y la autonomía del sujeto. Baudrillard se refirió al mundo del objeto. Esto es algo que también hizo en Oslo en el año 2000 cuando exhibió sus fotografías de una variedad de objetos y superficies asidas en la trampa de la objetividad. En la resistencia planteada por las cosas, Baudrillard encontró un contrapeso al control restrictivo, en eventos imprevistos, en caídas del mercado de valores, virus informáticos y el SIDA, donde el mundo cambia de rumbo y los fenómenos hablan su propio idioma.

Baudrillard también estaba preocupado por la relación entre «el intercambio simbólico y la muerte», el título de su libro de 1976[9]. Aquí desarrolla un conjunto de temas como lo son Georges Bataille y el ya mencionado Roger Caillois en el contexto de producción y destrucción, ambas como formas de intercambio mutuamente dependientes; la producción del lenguaje y la disolución del significado, la vida y la muerte. En el pasado, estos dos últimos conceptos, otorgaban una forma integral a la existencia, pero han perdido su relevancia. La realidad es absorbida en una hiperrealidad fluida que le da a la finalidad y las limitaciones que establece la muerte un tipo completamente nuevo de incertidumbre. Pero ¿dónde se encuentra Baudrillard respecto a la muerte?

TL: El director Ingmar Bergman dijo una vez que cuando llegue el momento de su muerte[10], no quisiera ser un vegetal en una cama de hospital, sino que le gustaría controlar el proceso de su muerte para evitar convertirse en una cosa[11]. Usted ha escrito mucho sobre la muerte, ¿ha pensado en su propia muerte?

JB: Diría que sigue siendo un problema muy relacionado con el acto de desaparecer. Tiene que haber un arte de hacerse visible, así como uno de desaparecer. Este no puede ser una coincidencia factual; tiene que ser un arte. Puede tener diversas facetas en la escritura o en el drama. También puede haber un arte de los aspectos biológicos, una forma seductora de abandonar el mundo. Si es un accidente completo, es una muerte negativa.

TL: El filósofo francés Michel Foucault murió de SIDA. ¿Fue ese un tipo de arte de desaparecer? ¿Qué opina sobre la forma en la que él desapareció y el legado que dejó? ¿Realmente ha desaparecido mientras viva su trabajo?

JB: Él claramente aceptó el desafío de la muerte. Él conocía los riesgos e hizo una elección. En cierto sentido esta es otra forma de desaparecer. Él utilizó el arte de la discreción, una salvaguarda de la confidencialidad que fue increíble, — sin afirmar de ninguna manera que esta es una buena manera de retirarse del mundo. Diría que parte de desaparecer es desaparecer antes de morir, desaparecer antes de que te hayas secado, mientras aún tienes algo que decir. Muchas personas e intelectuales ya están muertos, pero continúan hablando, desafortunadamente para ellos. Este no fue el caso de Foucault.


Entrevista realizada por: Truls Lie [1]

Trad. Jorge Gozález Arocha. Traducción original publicada en Hybris: Revista de Filosofía.

 

Referencias

BAUDRILLARD, Jean. L’échange symbolique et la mort. Editions Gallimard, Paris, 1976.

BAUDRILLARD, Jean. Simulacres et simulation. Galilée, Paris, 1981.

BERGMAN, Ingmar. «Reflections on Life, Death, and Love with Erland Josephson» En The Melting Pot, disponible en <https://bit.ly/2WoqWx0>.

CAILLOIS, Roger. Les Jeux et les hommes: Le masque et le vertige. Gallimard, Paris, 1958.

FOUCAULT, Michel. Surveiller et punir. Gallimard, Paris, 1975.

HEIDEGGER, Martin. «El principio de razón» en ¿Qué es filosofía? Trad. J. L. Molinuevo. Ed. Narcea, Madrid, 1985.

HEIDEGGER, Martin. «What Is Metaphysics? Original Version / Was ist Metaphysik? Urfassung». Trad. I. A. Moore; G. Fried. En Philosophy Today, Vol. 62, No 3, pp. 733-751, 2018.

LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm. «24 Metaphysical theses». Trad. S. Lloyd. En Leibniz translations, disponible en <http://www.leibniz-translations.com/theses.htm>.

LIE, Truls. «The art of disappearing». En Baudrillard Now, Vol. 1, No 1, pp. 10-13, disponible en <https://www.baudrillard-scijournal.com/the-art-of-disappearing/>.

VIRILIO, Paul; LOTRINGER, Sylvère. Pure War. Semiotext(e) Foreign Agents Series, Los Ángeles, 2008.

WOODWARD, Ashley. «Was Baudrillard A Nihilist?». En International Journal of Baudrillard Studies, Vol. 5, No 1, disponible en <https://baudrillardstudies.ubishops.ca/was-baudrillard-a-nihilist/#back1>.

WOODWARD, Ashley. Nihilism in postmodernity: Lyotard, Baudrillard, Vattimo. Davies Group Publishers, Aurora-Colorado, 2009.

Notas

[1] N. del T.: La siguiente entrevista a Jean Baudrillard fue realizada originalmente en el año 2000 en Oslo. Siete años más tarde, fue publicada por primera vez en inglés junto a la introducción y los comentarios de Lie. Recientemente, en junio del año 2020, ha sido editada y publicada en inglés por segunda ocasión, esta vez en la revista académica Baudrillard Now. El entrevistador, Truls Lie, es realizador de documentales y nacido en Noruega. Editor en jefe de Modern Times Review, Lie se ha desempeñado como editor de periódicos y revistas durante unos 25 años. Ha cursado estudios de Filosofía y Tecnología de la Información en Oslo, San Francisco y Nueva York. Se desempeñó como editor y redactor jefe de Morgenbladet en Oslo (1993-2003) y Le Monde diplomatique (2003-2013). Texto original en inglés: LIE, Truls. «The art of disappearing». En Baudrillard Now, Vol. 1, No 1, pp. 10-13, disponible en <https://www.baudrillard-scijournal.com/the-art-of-disappearing/>.

[2] N. del T.: «La imposibilidad de redescubrir un nivel absoluto de lo real es del mismo orden que la imposibilidad de escenificar la ilusión. La ilusión ya no es posible, porque lo real ya no es posible. Ese es todo el problema político de la parodia, de la hipersimulación o simulación ofensiva, que se plantea aquí». BAUDRILLARD, Jean. Simulacres et simulation. Galilée, Paris, 1981, p. 36.

[3] N. del T.: «… En el agón, el jugador confía solo en sí mismo, se esfuerza y anima; en el alea, confía en todo menos en sí mismo y se abandona a los poderes que se le escapan; con el mimetismo, se imagina que es alguien distinto a él mismo e inventa un universo ficticio; en el ilinx, satisface el deseo de ver temporalmente arruinada la estabilidad y el equilibrio de su cuerpo, de escapar de la tiranía de su percepción, de provocar la derrota de su conciencia». CAILLOIS, Roger. Les Jeux et les hommes: Le masque et le vertige. Gallimard, Paris, 1958, p. 75.

[4] N. del T.: En entrevista con Sylvère Lotringer, Paul Virilio afirma: «Para mí, la transpolítica es el principio del fin. Ahí es donde mi comprensión difiere radicalmente de la de Jean Baudrillard; para él es positiva. Para mí, es totalmente negativa. Yo lucho contra la desaparición de la política. No digo que debamos volver a la democracia antigua, parar el reloj y todo eso. Digo que hay trabajo por hacer … para restablecer la política». VIRILIO, Paul; LOTRINGER, Sylvère. Pure War. Semiotext(e) Foreign Agents Series, Los Ángeles, 2008, p. 42.

[5] N. del T.: Resaltado en el Original.

[6] N. del T.: Más específicamente: «El panóptico es una máquina de disociar la dupla ver-ser visto: en el anillo periférico se es visto totalmente, sin jamás ver; en la torre central, se ve todo, sin ser jamás visto». FOUCAULT, Michel. Surveiller et punir. Gallimard, Paris, 1975, p. 203.

[7] N. del T.: La interrogante en realidad tiene su origen explícito en Leibniz cuando, definiendo el principio de razón suficiente, ha reflexionado: «Hay una razón en la naturaleza por la que algo existe en lugar de nada. Esta es una consecuencia de ese gran principio de que nada sucede sin una razón, así como debe haber una razón por la que esto exista y no otro». LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm. «24 Metaphysical theses». Trad. S. Lloyd. En Leibniz translations, disponible en <http://www.leibniz-translations.com/theses.htm>. Indudablemente, aunque su formulación explícita se debe a Leibiniz, ya desde antes esta idea ha sido pensada en la historia de la filosofía. En esa lista se encuentran los casos de Aristóteles, Lucrecio o San Agustín.

En la filosofía contemporánea ha sido Martin Heidegger quien ha discutido este principio con mayor claridad. En conferencia dictada en 1956 sobre el principio de razón, el pensador afirma: «…únicamente en el siglo XVII ha reconocido Leibniz la imagen —hace tiempo corriente— de que nada hay sin razón, como un principio normativo y le ha expuesto como el principio de razón». HEIDEGGER, Martin. «El principio de razón» en ¿Qué es filosofía? Trad. J. L. Molinuevo. Ed. Narcea, Madrid, 1985, p.73.

Y más notorio aun es su final en ¿Qué es metafísica? cuando cierra con la interrogante: «¿Por qué hay ente y no más bien nada?». HEIDEGGER, Martin. «What Is Metaphysics? Original Version / Was ist Metaphysik? Urfassung». Trad. I. A. Moore; G. Fried. En Philosophy Today, Vol. 62, No 3, pp. 733-751, 2018, p.143.

[8] N. del T.: Sobre el nihilismo en su obra véase Simulacres et simulation (1981). Además, están los textos de Ashley Woodward, Was Baudrillard A Nihilist? (2008) y Nihilism in postmodernity: Lyotard, Baudrillard, Vattimo (2009), donde se ofrece una discusión sobre los tipos de nihilismo y las distintas interpretaciones al respeto en la obra de Jean Baudrillard y sus contemporáneos.

[9] N. del T.: Se refiere a L’échange symbolique et la mort (1976).

[10] N. del T.: Ingmar Bergman muere un 30 de julio del 2007, siete años después de la entrevista.

[11] N. del T.: «Siento que lo único que sería realmente espantoso sería terminar siendo un vegetal. O ser una carga para otras personas. Si mi espíritu moribundo tuviera que vivir en un cuerpo … donde los órganos me debilitaran cada vez más. Para mí eso sería bastante espantoso. Aunque hay posibilidades … De hecho, puedes decidir por ti mismo si quieres seguir viviendo. Espero tener la presencia de ánimo para tomar esa decisión». BERGMAN, Ingmar. «Reflections on Life, Death, and Love with Erland Josephson» En The Melting Pot, disponible en <https://bit.ly/2WoqWx0>.

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