Los Juegos de la Pandemia o la Reescritura de mi Historia

julio 28, 2020
ensayo historia pandemia

Foto por Edwin Hooper

Genealogía de los Hijos de Saturno

Llevo semanas sin teléfono. Cualquiera diría que la tranquilidad es increíble pero todavía no logro adaptarme. Un día te quejas del bombardeo de información innecesaria por internet, al siguiente te quitan la principal preocupación, el teléfono. Ahora, sé feliz.

Ando como un adicto, como si no fuese suficiente por partida doble. Intento dejar el cigarro. El ritmo del internet me hacía fumar para reconectarme con la realidad, si es que existe. Ahora la ausencia del acelerón me hace fumar de ansiedad por sobredosis de realidad. A falta del éxtasis y con lo que veo venir, mejor dejo también el cigarro. En unos días no me dejarán bajar a la tienda de la esquina a comprarlos. Tal vez no dejen ni una caja en las tiendas de la ciudad, los adictos seguros los acaparan, o los revendedores, así sacan ventaja de la crisis que se avecina. Solo sé que quedarme en casa me da un doble problema, no tengo trabajo y por tanto no tengo dinero, no tengo internet y por tanto, además, tengo ansiedad, y para colmo los spots de televisión de vida saludable me dan el doble de ganas de fumar. Esto va a ser largo, mejor me fumo el último mientras me preparo para lo que viene.


La historia como ciencia tiene como base de la investigación al documento. Sin embargo, lo que se entiende por tal ha cambiado con los años. Entre algunas de sus concepciones en el campo historiográfico, lo que fue entendido solo como un trozo de papel testigo de su contexto, es entendido hoy como conjunto de enunciados que resguardan estructuras discursivas sensibles a la interpelación del historiador desde su temporalidad.

La interpretación moderna del documento histórico, permite una mayor transversalidad de la historia con el resto de las disciplinas, científicas o no. Paréntesis, quizás por “transversalidad” nos desvíanos de algunos símbolos, y sus significantes de nuestro lenguaje referencial. Mejor digamos, multidisciplinariedad, mamotrética palabrita de carga semántica enorme para el gremio de los científicos. Basta mencionarla, con o sin sentido, y se verán a todos mover la cabeza con intención aseverativa en torno a un discurso del que pueden no entender nada. Al parecer es algo sexual; pienso que si Freud aún estuviese vivo sus ideas se trasladarían de los sueños al lenguaje como unidad estructurada y estructurante de las relaciones entre las personas. Es necesario hasta pensarla despacio mientras se escribe, lo cual la hace más exótica.

Parte de la evolución de la historia, hacia lo que en un final es su imbricación con otras esferas, es la capacidad de obtener respuestas en el análisis de una mayor variedad de elementos del entorno. Documentos históricos ya no son solo papeles con cuño y firma de reyes, jueces, presidentes, generales y toda la crema, para decirlo en español, aunque estoy seguro de que suena mejor en francés. También, son documentos la arquitectura, el arte, la publicidad, la economía, los movimientos sociales. Hoy no existe nada en el mundo, siempre que se posea una metodología científica, que no sea historiable o historizable.

Entre los continuos debates que se vienen suscitando sobre las modalidades de la historiografía, a grandes rasgos, destaca el de la cientificidad de los estudios historiográficos del presente o, como les gusta a ciertos gremios, la Historia del Presente. Así, con letras mayúsculas, bien formal, casi que con traje y corbata. El desprejuicio del historiador, tan necesario y aclamado, por el supuesto poder que ostenta su posición, es parte de los factores que dificultan la credibilidad de dicha corriente. Es famosa la idea que, para historiar, de manera “seria” un fenómeno, es necesario que pasen, al menos, cincuenta años. Lo que no me queda del todo claro, es si el historiador debe haber nacido cincuenta años después o si solo el historiador debe tener cincuenta años o más, o desde la fecha hasta el momento del suceso deben haber pasado la cantidad requerida. Espinoso tema sin contar que es lo de menos importancia, la verdad.

Andaba raudo escribiendo sobre la verdad en la construcción de la historia en este párrafo hasta que me vi en la necesidad de detenerme. Conservo la duda de la primicia incuestionable de las ideas de verdad e historia en el lenguaje textual humano. Existen muchas cosas en juego en tal relación. Por ahora, mantendré la posición de que tal dicotomía es un proceso dialéctico fundamental al momento del investigador iniciar su tarea. La jerarquización es solo una herramienta de invisibilización o parcialización del escritor con los lectores. Mi fe es en la multilateralidad y el pensamiento complejo. Será mejor entrar, de una vez, en el tema de los medios de difusión masiva y la historia.

Para seguirle la dinámica a nuestro tiempo es necesaria la readecuación a la realidad. Decía Darwin en El origen de las especies «no sobrevivirán los más fuertes, sino aquellos que logren adaptarse mejor a las condiciones». La historia, carente de un corpus sólido de herramientas propias ha tenido que tomar de aquellas que para fines específicos responden mejor a la situación. He de decir al respecto: «¡Bravo, historia! Estoy bravo, muy bravo. La gente no te entiende. La historia es una meretriz, ergo la historia no se hace sola».

La antropología, la economía, la lingüística, la filosofía, la teoría del arte, en fin, han encontrado estrecha vinculación en el campo de los historiadores. Es necesario ratificar aquí una idea expresada al inicio. Con el aparato conceptual y la metodología correcta, se puede historiar todo. Pero no todo es historizable con solo un sistema metodológico. Aunque algunos más aceptados que otros, debo aclarar que se debe más a la legitimación desde los centros de poder que a la propia validez científica propia de cada uno. En estos tiempos le corresponde la batalla, entre otros, a la interrelación tecnología-medios de comunicación masiva-historia.

 Ave, Caesar, Morituri te Salutant.

Los días empezaron rápidos, asfixiantes. Tantas noticias por segundo, casi ganamos las 500 de Indianápolis. El tiempo desaceleró en algún momento, quizás cuando me cuestioné el papel de la información que me inyectaban en mis venas abiertas. Después de más de tres meses del inicio, parece más sencillo. Sin embargo, el panorama no es gris, simplemente mucho de colores pastel. En los extremos, la terrible luz y la tranquila oscuridad, como todo. Así son estos meses. Como todos. No se han muerto más personas de la pandemia que de hambre, o de SIDA, o han parado las represiones contra los movimientos sociales. No ha cesado el discurso de izquierdas y derechas. Simplemente respiramos y nos mantenemos con vida.

Llevamos casi cinco semanas en «aislamiento social». El brote de China ha pasado a ser el menor de los problemas. Italia hace un esfuerzo y casi logra controlarlo. Estados Unidos va por las nubes. Al menos una parte importante de su gente que se han muerto a causa de la enfermedad. Trump aprovecha y lanza bombitas de humo. El bloqueo a Venezuela se mantiene, ni se diga el de Cuba. Rusia envía ayuda a los Estados Unidos, The Donald suspende su aporte a la OMS. Un intento de compra de una posible vacuna en Alemania. Eso, así me gusta. Seguramente el dinero lo resuelve todo. Al menos esa parece ser su idea.

El tipo es un genio, al menos en parte. Esperen. Hay que reconocerlo. Se trata del presidente mejor actor que el mismísimo Reagan. El señor se ha dado cuenta de la pantomima terrible que es la política internacional. Dice y hace lo que le viene en ganas. Todos hablan de él, mientras, sigue como presidente. Un muro para los mexicanos. Quiero comprar Groenlandia. Total, si ya tengo Alaska. Después será una invasión para restablecer la democracia en Canadá. Estados Unidos sí será, entonces, América del Norte. Un bloqueo para Venezuela. Google se pone de su lado por el tiempo que puede. Para cuando Apple también, entonces China empieza a apretar la tuerca. Ahora todos se dan cuenta de la nueva economía que dominará el mundo. Toda la manufactura de aquellas empresas está en China. Tienen más chinos que letreros «Made in China» en todo el mundo. Espera. ¿Será eso posible?

Los mass media hacen lo que les parece responder mejor a sus intereses. Por supuesto, sus intereses siempre se sostienen sobre dólares. Los dólares suelen sostenerse sobre muerte. No venden su alma al diablo. Les da igual, si es Dios, mientras pague, si es al cash mejor. Cuentas claras conservan amistades. Nadie se me ponga demasiado sensible. La vida se sostiene sobre la muerte, en un continuo ir y venir.

El marxismo clásico dice que la economía es la base sobre las que se sostiene la superestructura. En esa categoría, según los más conocidos intérpretes, cae todo. Si entendemos economía como mercantilización y esta como sinónimo de capitalización pues tendremos un problema. Pero y siempre hay uno, vemos en el refrán: «una mano lava a la otra y las dos lavan la cara»; una relación económica de mutua beneficencia, con plus producto y todo, lo que significa «economía» cambia mucho. Ahí tendríamos otro punto para afirmar: la economía es la base. ¿Pensaron que me declararía contrario a tal afirmación?

Como dice un señor al que siempre le pregunto qué tal su día, mientras compro el pan: «Machacando en baja, pero ahí».

Bussiness to Bussiness (BtoB)

La historia del presente con base en la historicidad y análisis de los fenómenos contemporáneos se torna más dudosa en el mismo contexto que mencionábamos anteriormente.  La capacidad de readecuación y adaptación del capitalismo es asombrosa. Ayer alguien gruñía en una cadena de televisión: la ideología del capitalismo es la no ideología. No concuerdo, es a mi parecer, una frasecita muy carente de objetividad, un romanticismo posmodernista.

El capitalismo tiene claro cuál es su ideología.  Sobrevivirá aquel que se adapte mejor. La posesión del capital simbólico que confiere dicha posición ante el poder y el campo se enarbola como imposible de esquivar en un mundo globalizado. Con tal objetivo, no hay flecha que este Guillermo Tell diabólico no pueda capturar y devolvérsela al enemigo desde su propia ballesta. No hemos sido capaces de separarnos de la idea de progreso occidental, y encima, hemos inundado a oriente con lo mismo. En su inmensa mayoría nos ha ganado la mercantilización de nuestras vidas e ideas. El mercado sabe crear necesidades y volvérnoslas indispensables en nuestros días. Los ninguneados, hijos de nadie, que valen menos que las balas que los matan, son más del 99% de una población de 7000 000 000 de habitantes. ¡Los «ceros» tal cual!

Las esferas de Big Data, Data Science, Things of Internet, entre otras, son un tanto lejanas para el gremio de los historiadores. Muchos no lo conocen, otros tantos, las creen ajenas a su disciplina, una porción no posee herramientas para desarrollarse en el campo, una parte ve más rentable dedicarse a ellas y desconectarse de las humanidades, y queda una ínfima parte que las utiliza en provecho del capital. Las buenas noticias son tan escasas que las desconozco. Aunque guardo la esperanza de que existan.

Los estudios de esta categoría son desarrollados no por el gremio, no por historiadores de formación. Son sociólogos, económicos, cibernéticos, matemáticos, físicos, periodistas quienes desarrollan la capacidad historizable de nuestro presente. Cabe destacar que no es lo mismo desarrollar la historiografía. Muchos historiadores están arrancándose los pelos sobre la cuestión de la cientificidad de la historia o la veracidad en sus estudios, que si el método de observación directa o el indirecto, cualitativo o cuantitativo, mientras, el polvo y el romanticismo por el pasado los convierte en reliquias.

Basho y sus Hombres sin Cabeza.

La grulla dorada emprendió su vuelo sobre los campos. Hace algún tiempo no regresa. Hace casi dos milenios partió en busca del dios del sol, la montaba un poeta. Eternos compañeros en busca de la verdad nunca más han regresado. Cuenta la leyenda que durante mil años no será vista por nadie. Tal parece que el visado se le venció, quizás y si la suerte le sonríe pueda ser vista de nuevo para la conmemoración de los dos mil años de su partida. Solo si la pandemia la deja regresar, es probable que quedase varada en algún país cuando cesaron los servicios de aduana a pasajeros naturales.

La torre de la grulla amarilla fue cambiada de pueblo durante la última dinastía. Quizás la suerte le sonría a su regreso y aún esté en pie, al menos si no está otra. Mientras, los poetas ven la ciudad de Wuhan desde uno de sus cuartos. Para cuando regresen, la grulla y su compañero, se contarán miles de historias, cada cual más increíble como la anterior.

Scio me Nihil Scire

¡Qué calor hace hoy! Otro día más en este horno. ¿Cuándo empezará a llover? Espera. ¿Vas a bajar a la tienda de la esquina? El internet se acaba de caer, al parecer hay problemas en el servidor. Eso me han dicho cuando llamé a la empresa. Ya que vas a bajar, hazme un favor…

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