Arthur Schopenhauer: voluntad y pesimismo

febrero 22, 2019
voluntad Arthur Schopenhauer
Arthur Schopenhauer, Arocha | 2019

Presentación

Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en Danzig (actual Gdañsk, Polonia) y estudió en las universidades de Gotinga, Berlín y Jena.

Se instaló en Frankfurt del Main, donde llevó una vida solitaria y estudió los sistemas filosóficos del budismo y del hinduismo. Estuvo influenciado por las ideas del teólogo y filósofo ecléctico alemán Maestro Eckhart. Y también podemos citar al teósofo y místico alemán Jakob Boehme junto a los eruditos del renacimiento y de la Ilustración.

A partir de estos producirá una obra original que se caracteriza por el ateísmo y el pesimismo. Además, debemos mencionar su maestría literaria en el manejo de la lengua alemana.

La filosofía de Arthur Schopenhauer

El pensador comenzará por oponerse al idealismo alemán encarnado por el pensamiento de G.W.F. Hegel quien plantea una esencia espiritualizada de la realidad. Para ello, Schopenhauer realiza una lectura divergente de la filosofía kantiana.

Acepta la consideración de los límites del conocimiento humano relativos al mundo fenoménico (el mundo como representación), pero difiere en la concepción de la cosa en sí (noúmeno) como incognoscible.

El universo fenoménico, que es el tejido espacio-temporal de la realidad, lo equipara con el Maya de la filosofía hindú. Este tejido vela la esencia de la realidad, que no es espíritu ni “cosa en sí”, sino pura voluntad de vida.

De este modo, la concepción de la voluntad como “naturaleza” o sustancia última, se opone al esquema ilustrado del hombre guiado por el principio de racionalidad. La inteligencia humana tiene un valor instrumental, como guía de la voluntad, tanto de la universal como de la individual.

El hombre se engaña al invertir la relación de subordinación y considerar al deseo como previamente racionalizado y elegido. Se manifiesta entonces una forma de determinismo teleológico de la voluntad primordial que siempre persigue como fin último la supervivencia biológica de la especie.

De esta forma, el supuesto “irracionalismo” de la filosofía de Schopenhauer no es más que una ampliación del principio de racionalidad que da cabida a la vida como motor de la existencia.

El pesimismo y la voluntad en Arthur Schopenhauer

De las consideraciones precedentes se sigue la necesidad de poner bajo sospecha el supuesto pesimismo que caracterizaría una filosofía semejante.

Para Schopenhauer, en efecto, la tragedia de la vida surge de la naturaleza de la voluntad. Ella incita al individuo hacia la consecución de metas sucesivas. Pero ninguna de ellas puede proporcionar satisfacción permanente a la actividad de la voluntad.

Así, la voluntad lleva a la persona al dolor, remedio al sufrimiento y a la muerte; a un ciclo sin fin de nacimiento, muerte y renacimiento. Luego, la actividad de la voluntad solo puede ser llevada a un fin a través de una actitud de renuncia, en la que la razón gobierne la voluntad hasta el punto que cese de esforzarse.

Conclusiones

Famoso por su misoginia, aplicó sus ideas al considerar los principios que constituyen el fundamento de la actividad sexual humana, defendiendo que los individuos se unen no por las sensaciones del amor sentimental, sino por los impulsos irracionales de la voluntad.

No obstante, la superación de la hegemonía de la voluntad se lleva a cabo mediante una ampliación del criterio de racionalidad, independientemente de la renuncia final mediante el ejercicio de la ascesis mística.

La obra de Arthur Schopenhauer fue de las primeras en proponer y realizar un diálogo fecundo con el Oriente. Mediante su indagación de los impulsos o deseos inconscientes se anticipó al descubrimiento del psicoanálisis de Freud, y por la magnitud de su influencia en autores de la talla de Nietzsche, Bergson o Wittgenstein, por solo mencionar algunos.

Sin lugar a dudas, amerita una necesaria relectura desde la contemporaneidad.

Obras principales

Entre sus obras principales se encuentran Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (1813), Sobre la visión y los colores (1816), El mundo como voluntad y representación (1819), Sobre la voluntad en la naturaleza (1836), Los dos problemas fundamentales de la Ética (1841) y Parerga y paralipómena (1851).

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