Los acontecimientos que se están produciendo desde el conocimiento del COVID-19, en diciembre del pasado año, hasta hace algunas semanas, no se los había considerado en la magnitud y gravedad que sobrevenía. Bolivia es uno de los países que tardíamente reaccionó en tomar medidas preventivas, siendo sin embargo, estas medidas, acertadas por donde se las vea.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), nos dice que el COVID-19 es una “enfermedad infecciosa”, que se ha constituido ya en una pandemia, por su capacidad de atacar a toda la humanidad, como una enfermedad epidémica. La impotencia humana es de tal magnitud, que la ciencia aún no tiene una solución para aplacar esta enfermedad, porque, “aunque algunos remedios occidentales, tradicionales o caseros pueden proporcionar confort y aliviar los síntomas de la COVID-19, no hay pruebas de que los medicamentos actuales puedan prevenir o curar la enfermedad”.
Es en este contexto, los distintos gobiernos del mundo están tomando medidas preventivas. Países como China, Italia, EE. UU. y muchos otros países, a los que se suma Bolivia, no están pudiendo derrotar a este virus, que mediado por la sombra de la enfermedad nos coloca a los seres humanos al frente de una batalla en una lucha por la vida. Es ahora cuando los gobiernos deben hacer gestión pública sobre la vida, entendida ésta como biopolítica.
El filósofo Michel Foucault considera que la biopolítica tiene que ver con “la consideración de la vida por parte del poder; por decirlo de algún modo, un ejercicio del poder sobre el hombre en cuanto ser viviente, una especie de estatización de lo biológico” (Foucault, 2000, p. 217). Los gobiernos están obligados a realizar una adecuada gestión de la salud, en última instancia, una adecuada gestión de la vida.
Después de 36,946 muertes por esta enfermedad (1), todos los países han tomado medidas políticas y médicas para evitar su proliferación, bajo la orientación de la Organización Mundial de la Salud. Estas medidas genéricas han sido la higiene, el distanciamiento, la cuarentena, la información, la orientación médica, entre las más importantes. Todo con el objetivo de, no solamente reducir la infección de esta enfermedad, sino fundamentalmente de evitar las posibles muertes.
Estamos esperanzados en que esta sociedad del conocimiento en que vivimos nos permita lograr salir de este momento crítico para la humanidad. Esperemos que la ciencia pueda lograr su objetivo.
Bolivia decretó primero emergencia nacional (12/03/2020), y luego “estado de emergencia sanitaria” (25/03/2020) hasta el 15 de abril, a fin de implementar una cuarentena total en todo el territorio, el cierre total de fronteras, el subsidio de una canasta familiar, el asumir el costo de facturas de agua, luz y alcantarillado. Sin embargo, la expansión de este virus que hasta ahora ha infectado a 81 personas, pero más dramático aun, habiendo ya la “primera muerte por coronavirus en Bolivia” (Correo del Sur, 29/03/2020), manifiesta claramente que las fronteras territoriales no nos hacen inmunes a ésta pandemia, a pesar de tomarse medidas drásticas, como las previamente descritas.
Las carteras de salud en los distintos países son las instituciones más importantes. Es de quienes debemos esperar las recomendaciones más adecuadas para combatir esta epidemia. En Bolivia, el Ministro de Salud juega un rol importante, puesto que de él esperamos cada fin de día, buenas noticias, aunque la realidad no siempre es benigna.
Actualmente, las personas infectadas son sólo datos estadísticos, puesto que la aplicación de la cuarentena los aísla definitivamente de la sociedad. El vocero de los datos estadísticos es por ahora el Ministro de Salud, quien nos dice dónde hay más o menos contagiados; pero también, nos dice cuántos han culminado satisfactoriamente su tratamiento. A pesar de las limitaciones se hace gestión de la salud.
El Ministerio de Salud, hace entregas de insumos de bioseguridad, a los distintos hospitales a fin de combatir la pandemia. En palabras del propio ministro, Aníbal Cruz, se “hace entregas para que nuestros mandiles blancos estén debidamente equipados y puedan atender a la población (29/03/2020, www.minsalud.gob.bo.). Y es que, por ahora, los mandiles blancos son los únicos soldados que se encuentran en la trinchera de batalla; puesto que los científicos están, todavía, trabajando en una cura.
Los acontecimientos actuales servirán para realizar una evaluación de los avances científicos, y probablemente para proponer una nueva revolución científica y tecnológica, siendo el descubrimiento de la cura a este virus, uno más de los aportes de la investigación a la historia de la ciencia. Estamos esperanzados en que esta sociedad del conocimiento en que vivimos nos permita lograr salir de este momento crítico para la humanidad. Esperemos que la ciencia pueda lograr su objetivo.
Por lo pronto la mejor política asumida por el gobierno es quedarse en casa, cuya evidencia patente la tenemos en el departamento de Oruro (Bolivia), donde la cuarentena total ha logrado efectivizar un “silencio epidemiológico”, sin reportar nuevos casos positivos por el coronavirus. Si la biopolítica tiene que ver con una adecuada gestión política y científica sobre la salud, será, entonces, importante la coordinación interinstitucional entre los políticos, médicos, gestores públicos y sociedad en general, para lograr objetivos positivos.
Por ahora, la decisión asumida por dicho Ministerio de Salud, en cuanto a la política médica #QuédateEnCasa es la acertada. La defensa y cuidado de la VIDA es uno de los derechos y deberes fundamentales de la humanidad. No olvidemos que el Suma Qamaña (Vivir Bien) está constitucionalizado en nuestro país, por lo que este paradigma debe seguir siendo nuestro horizonte histórico a seguir. La humanidad ha ganado otras batallas en el pasado, ésta no será la excepción.
Notas
- De acuerdo a los datos de Coronavirus Resource Center de la Universidad Johns Hopkins hasta el día 30 de marzo del 2020 a las 16:36.