The Matrix Resurrections
(Image credit: Warner Bros.)

The Matrix Resurrections: Entre el amor fati de Nietzsche y la libertad de Sartre

El filme queda distante de la profundidad y complejidad filosófica de la primera entrega. Sin embargo, no hay que renunciar a un intento, tal vez fallido, de recordar con nostalgia el impacto que tuvo la primera aparición hace 20 años
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«[…] en esta oficina los libros aparecen en forma de materiales brutos, piezas de recambio, engranajes para desmontar y volver a montar. Ahora comprendes la negativa de Ludmilla a seguirte; te asalta el temor de haber pasado también tú “al otro lado” y de haber perdido esa relación privilegiada con el libro que es sólo la del lector: el poder considerar lo que está escrito como algo terminado y definitivo, al que no hay nada que añadir o que quitar».

Italo Calvino – Si una noche de invierno un viajero

Son muchos los pretextos en la vida para hablar de filosofía, Matrix ha sido uno de ellos, tanto en la cultura popular como en medios académicos. La última secuela se presenta al espectador con ese cierto aire de nostalgia cinematográfica, donde el tiempo no solo es un motivo de reflexión dentro de la trama de la película, sino que se manifiesta de forma evidente en todos aquellos que hemos formado parte de esa “comunidad cultural” de seguidores del filme.

Desde el principio podemos sentir de forma consciente que la narrativa de la película juguetea un poco con la temporalidad de todos los afortunados que vimos The Matrix hace ya 20 años, desde el remake continuo y evidente de muchas escenas icónicas, hasta las desenfadadas arrugas de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss. Con este jugueteo sobre la temporalidad, tanto de la obra cinematográfica como de sus propios espectadores, llega la primera idea filosófica de esta secuela. En primer lugar, de forma explícita y a la vez simple, la película deja en claro que Matrix es un fenómeno cultural para muchos, mucho más allá que una simple película de efectos especiales. El filme juega con la distancia entre el espectador y la obra, y llega de forma burlesca a tomarse como referencia narrativa de sí misma.

Este “bucle” autorreferencial, deja en evidencia si realmente su narrativa puede evolucionar o queda estancada en el tiempo; o de forma más sutil, si volver a contar una historia significa contarla de nuevo. Independientemente de si esto queda reflejado con maestría o no dentro del lenguaje cinematográfico de la película, podemos reconocer la disyuntiva de cómo identificar el tiempo dentro de la propia narrativa existencial del filme y en nuestras vidas. Al igual que Neo, el espectador audaz, se preguntará sobre el carácter de la temporalidad de nuestra existencia. Esta película maneja claramente un enfoque circular en principio, semejante a la compresión del amor fati y el eterno retorno de Nietzsche, donde el sujeto está llamado a repetirse eternamente una y otra vez, en un viaje de autodescubrimiento, donde el momento clímax siempre es llegar a tener conciencia ontológica de quien realmente somos y la entrega al destino de nuestro ser.

Semejante idea funciona desde la perspectiva socrática donde el “conócete a ti mismo” funciona como un viaje, un viaje que nos puede llevar toda la vida en algunos casos. Repetirse, a través de los recuerdos de nuestras vivencias o a través de la fatalidad ontológica del destino, pone en juego la idea de la libertad; y con ello la responsabilidad de entregarnos a nosotros mismos y descubrir quien realmente somos o acomodarnos a la ilusión de una vida ya establecida. Este “dilema filosófico”, por así decirlo, se conjuga en toda la trama, desde el despertar de Morfeo y su misión histórica de encontrar a Neo, hasta el momento de indecisión de Trinity al tener que elegir si liberar los sentimientos de amor y los recuerdos escondidos de su pasado con Neo, o si dejarse llevar por sus nuevas circunstancias de vida. Una paradoja que claramente expresa el nuevo personaje y villano en la saga, el analista, quien con sus palabras expresa el dilema moderno individual y social de cambiar revolucionariamente nuestras vidas o aferrarnos a lo conocido;

Añorando en silencio lo que no tienen mientras les aterra perder lo que si tienen. Para el 99% de tu especie, esa es la definición de realidad. Deseo y Temor. Baby” (The Matrix Resurrections, 2021)

El filme maneja también un tiempo narrativo lineal, donde la historia de la Matrix, a pesar de su aparente circularidad, logra romper el bucle de eterno retorno con la introducción de nuevos elementos, personajes y tramas. La aparición del nuevo villano, el analista, y la nueva ambigüedad del agente Smith entre la dualidad del bien y el mal, así como de inesperadas alianzas, muestran cierta evolución en la estructura de la narrativa original. Esta, desde la perspectiva existencial, se mueve entre el fatalismo del destino de Nietzsche y la pregunta por la libertad de Sartre. En el caso del filósofo francés, se nos recuerda el poder de elección de Trinity al escoger el amor y lo inesperado, o entregarse a una vida ya construida dentro de Matrix. Una metáfora que en los términos de la vida cotidiana se puede expresar fácilmente en el dilema de romper nuestra vida establecida y luchar por nuestros sueños con el riego del fracaso rotundo; o refugiarnos en lo conocido y lo seguro. En uno de los momentos clímax, Trinity tiene que tomar una decisión que no solo implica un cambio de vida para ella, sino que también tiene la responsabilidad de una elección humana en los términos históricos y universales.

Sartre afirma:

Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera (…) Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre (Sartre, 2012, p. 252).

De esta forma, Trinity, al elegir, no solo cambia su vida, sino también implica a toda la humanidad en ello. La libertad de la elección responde a un compromiso también con los otros y con uno mismo en términos históricos y universales.

Llegados a este punto de la reflexión, el espectador audaz se puede cuestionar si realmente la elección es una posibilidad o no, pues desde el punto de vista inicial del filme esto queda en una ilusión. La forma en que la narrativa resuelve esta situación es intentando actualizar la estructura de la historia al agregar nuevos personajes y el intento de demostrar que las acciones, aunque sean repetidas cambian poco a poco en términos evolutivos de la vida, y el destino del mundo virtual y físico de Neo. Todo es semejante, pero no exactamente igual. Y aunque los sujetos tomen decisiones predestinadas, el camino recorrido y repetido en este tiempo circular también responde al azar y lo indeterminado. En esta disyuntiva entre libertad y destino se platea inicialmente la obra de la directora Wachowski.

Desde el punto de vista narrativo, la película intenta romper las barreras tradicionales de una historia. Al igual que en la novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, la historia invita al espectador a hacer una reflexión activa sobre  el propio acto de leer u observar la obra, ya sea un filme o una novela.

Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida, a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!» Alza la voz, si no te oyen: «¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!» Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: «¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!» O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz (Calvino, 1980, p. 5).

En el caso del filme, hay momentos, en sentido filosófico, de autoconciencia; donde la película se refiere a sí misma una y otra vez, como una historia de la historia. Por momentos,  se presenta una reflexión sobre su propia historia y el significado de lo que es y lo que puede ser en sí mismo. De forma irónica y a modo de comedia, la película juega con esta autorreflexión, llegando a manifestarse con cierto tono burlesco a la seriedad propia de The Matrix. El espectador acompaña de forma activa a la narrativa, igual que en la novela de Italo Calvino, y se ve invitado a actuar, ya sea reflexionando o involucrándose dentro de la historia.

The Matrix Resurrections intenta presentar algunos argumentos filosóficos, que en muchos casos quedan opacados por el entretenimiento básico de la acción y los efectos especiales, que evidentemente cualquier espectador puede disfrutar. El filme queda distante de la profundidad y complejidad filosófica de la primera entrega. Sin embargo, no hay que renunciar al intento, tal vez fallido, de recordar con nostalgia el impacto que tuvo la primera aparición hace 20 años.

Referencias

Calvino, I. (1980). Si una noche de invierno un viajero. BARCELONA: EDITORIAL BRUGUERA, S. A.

Deleuze, G. (2013). Nietzsche y la filosofía. Barcelona: Anagrama.

Mann, H. (1939). El pensamiento vivo de Nietzsche. Buenos Aires: Editorial Losada. S. A.

Mann, T. (2000). Schopenhauer, Nietzsche, Freud. Madrid: Alianza Editorial.

. The Matrix Resurrections & L. wachowski (Director). (2021). In. Estados Unidos.

Sartre, J. P. (2012). ANTOLOGÍA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA (Vol. VI). La Habana: Editorial Félix Varela.

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