Hombre marcha con bandera serbia en manifestación religiosa
Bandera de Serbia en manifestación, Belgrado, Serbia, 2018.

¿Podrá Serbia sobrevivir al ultimátum económico de la UE?

El actual ultimátum de la UE, entregado hace unos días a Serbia y Kosovo y cuyo contenido exacto no se ha publicado, es el resultado de más de 20 años de frustraciones en las relaciones entre la UE y Serbia
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Comentario del autor: Escribo este artículo en español, aunque mi público principal está en Serbia. Pero lo hago también porque muy pocas personas en el mundo, preocupadas por otras crisis mundiales, como la guerra en Ucrania, los problemas entre Estados Unidos y China, COVID y similares, saben lo que está ocurriendo en los Balcanes y cuál es la naturaleza del juego de la UE allí.


El actual ultimátum de la Unión Europea (UE), entregado hace tres días a Serbia y Kosovo y cuyo contenido exacto no se ha publicado (a petición de la delegación de la UE), es el resultado de más de 20 años de frustraciones en las relaciones entre la UE y Serbia (y también entre la UE y Kosovo).

La razón esencial son las expectativas defraudadas. La UE tiene cada vez menos que ofrecer a Serbia y a otros países no miembros, sencillamente porque la adhesión ya no puede prometerse con ninguna credibilidad y todas las demás ventajas son escasas. Así pues, la UE sólo puede ofrecer palos. Nada de zanahorias. Y en Serbia, el apoyo a la adhesión a la UE es ahora sistemáticamente inferior al 50%.

La UE me recuerda a los abusadores que merodeaban por los alrededores de mi instituto en Belgrado. Abordaban a los alumnos más jóvenes y les ofrecían venderles un ladrillo. El niño decía: «Pero yo no necesito el ladrillo». Ah, el matón replicaba: «Sí, yo sé que lo necesitas y te costará diez dinares». El pobre chico pagaba 10 dinares sabiendo que si se negaba le darían una paliza, le golpearían en la cabeza, le darían patadas… y aun así le sacarían los diez dinares del bolsillo.

La UE tiene cada vez menos que ofrecer a Serbia y a otros países no miembros, sencillamente porque la adhesión ya no puede prometerse con ninguna credibilidad y todas las demás ventajas son escasas.

Así es como la UE llega hoy a Serbia. Cualquier persona de inteligencia normal diría: «No tenéis nada que vender y no queremos comprar el ladrillo». Pero entonces la UE empieza a enumerar los ultimátums.

No conocemos el texto del ultimátum, pero no hace falta mucha imaginación para darse cuenta de que las amenazas deben ir desde la suspensión de las negociaciones, la eliminación de los fondos de apoyo de la UE (que Serbia recibe como miembro candidato), la reintroducción de visados, el desaliento de los inversores, hasta posiblemente sanciones financieras adicionales (digamos, no tener acceso a préstamos comerciales a corto plazo), la prohibición de préstamos a largo plazo por parte de los bancos europeos, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y posiblemente el Banco Mundial y el FMI, y además elementos de un verdadero embargo y quizás la incautación de activos. Serbia no tiene oligarcas, pero sí reservas del Banco Nacional y muchas empresas que guardan dinero en bancos extranjeros para financiar el comercio.

La pregunta entonces es: ¿puede el país sobrevivir a estas sanciones que pueden durar de cinco a diez o veinte años? Tal vez incluso más. En primer lugar, hay que darse cuenta de que tales costes se imponen al 99% de la población, para la que la aceptación del ultimátum no supone ninguna diferencia económica. Tal vez sólo el 1% de la población étnicamente serbia, la que vive en Kosovo, podría perder algunos derechos debido a las peticiones no económicas contenidas en la propuesta de la UE. Hay que tener claro este hecho: el rechazo significa la pérdida de ingresos para el 99% de las personas con el fin de proporcionar algunas ganancias, tal vez ilusorias, para el 1%.

Pero, ¿cuál sería la consecuencia del rechazo? A nivel interno, estimulará aún más el crecimiento del nacionalismo. No sólo -dirán los nacionalistas- sabíamos desde el inicio que Europa no nos quiere y nos odia, sino que ahora está claro que quieren destruirnos.

En tales condiciones se urdirán todo tipo de locuras. Rusia apoyará esta locura, no porque a Rusia le importe mucho, sino porque tiene un incentivo para crear el mayor número de problemas en cualquier lugar del mundo para hacer que Occidente se ponga a trabajar en otra cosa que no sea Ucrania.

Rusia apoyará esta locura, no porque a Rusia le importe mucho, sino porque tiene un incentivo para crear el mayor número de problemas en cualquier lugar del mundo para hacer que Occidente se ponga a trabajar en otra cosa que no sea Ucrania.

Se produciría así una explosión del nacionalismo en condiciones de reducción del PIB. La pérdida podría ser, dependiendo de la severidad de las sanciones, de hasta el 5-10% del PIB en el primer año. Esto dividiría a la opinión pública. Aunque actualmente todos los partidos están a favor del rechazo del ultimátum, y los partidos proeuropeos, al haber sido engañados por Europa muchas veces, han adoptado una postura fuertemente contraria a la aceptación, aparentemente más fuerte que la del gobierno, es probable, sin embargo, que al cabo de unos años el público se divida formalmente entre el «partido del rechazo» y los partidarios de nuevas negociaciones con la UE. Si estos partidos igualmente empiezan a acusarse violentamente, la situación podría acabar en una guerra civil. Dado que Occidente tendría muy pocos partidos amigos con los que negociar en Serbia, y dado que Serbia está rodeada por miembros de la OTAN, no puede excluirse incluso una ocupación formal del país por parte de la OTAN. No hay que olvidar que, ahora mismo, tanto Bosnia como Kosovo son protectorados de la OTAN, y que Occidente puede, con un solo movimiento, derrocar en cualquier momento a los gobiernos de Montenegro y Macedonia del Norte. Además, las tropas de la OTAN están en todos estos países, y en otros estados fronterizos (Rumanía, Croacia, Bulgaria, Hungría). Al igual que en la Segunda Guerra Mundial, los mismos países podrían entrar marchando.

¿Qué sucedería desde el punto de vista económico? Los efectos iniciales serían muy negativos, pero Serbia, en comparación con Rusia, tiene algunas ventajas. No es tan dependiente de Occidente como lo era Rusia antes del 24 de febrero de 2022 y, a diferencia de Moscú, no necesita estar al día de los avances tecnológicos con fines militares. Pero como Serbia realiza más de 2/3 de sus intercambios comerciales con Occidente, el comercio, dependiendo de la severidad de las sanciones, se reducirá significativamente, lo que hará caer las exportaciones y el PIB. Las inversiones extranjeras, de nuevo procedentes en su mayoría de la UE, se consumarán. El desempleo aumentará y los ingresos reales bajarán. Los jóvenes abandonarán cada vez más el país. Con una estructura demográfica ya muy desfavorable, quedaría sobre todo gente mayor, en edad de jubilarse.  ¿Quién ganaría dinero para pagar las pensiones?

Tal vez lo más insidioso sea que alguna forma de coerción comercial de la UE estimularía formas alternativas e ilegales de adquirir productos prohibidos. Este ha sido el caso durante el periodo de sanciones de la ONU contra Serbia y Montenegro entre 1992 y 1995. Las nuevas sanciones crearán grupos criminales que controlarían dichas importaciones. Poco a poco sobornarían y luego ignorarían a la policía y a las autoridades y, en algunos casos, incluso las sustituirían (como ya ha ocurrido antes). La mafia gobernará.  Además, Serbia, que ya es un centro neurálgico para el tráfico de estupefacientes, lo será aún más, ya que el gobierno no tendría ningún incentivo para controlar dicho comercio si la mayoría de las ventas van a países occidentales. De hecho, el uso del narcotráfico podría ser una de las pocas herramientas que tendría el gobierno serbio para contraatacar a la UE.

Cuanto más dure la situación, más débil será la posición negociadora de Serbia. La UE estará descontenta y (en privado) será consciente de su ineptitud y falta de voluntad para aportar algo positivo, pero como controla los medios de comunicación y la narrativa, echará toda la culpa a una «Serbia que no coopera» y a los «agentes rusos». Y al cabo de 4-5 años, Serbia mostraría signos de voluntad negociadora, pero su posición relativa sería peor que la actual. Así que podría perder cinco o más años y acabar con el mismo acuerdo o incluso peor.

Aceptar el acuerdo no significa que tenga que gustar. Serbia ha rechazado ultimátums similares en tres ocasiones.

En 1914, cuando de hecho aceptó 9 de los 10 puntos del ultimátum austrohúngaro (y pidió la aclaración del décimo), sólo para ser atacada por los austriacos.  La segunda vez aceptó la pertenencia al Eje en 1941, durante un total de 72 horas, y luego, tras un golpe militar, la rechazó de facto. Como castigo fue brutalmente atacada por Alemania, lo que provocó un bombardeo masivo de Belgrado, la ocupación, la desintegración del país, cuatro años de guerra y más de un millón de muertos. La tercera vez Serbia rechazó el ultimátum de la OTAN en Rambouillet en 1999, y fue bombardeada durante tres meses hasta que aceptó otra versión de lo mismo.

Estos son los antecedentes que hay que tener en cuenta. Y no son muy halagüeños.


Este texto ha sido publicado por el profesor Branco Milanovic en Global Inequality and More 3.0. Esta traducción ha sido autorizada por el autor.

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