Karl Marx. Fin del capitalismo y los tiempos del comunismo

enero 8, 2021

Introducción

El libro, Karl Marx. Fin del capitalismo y los tiempos del comunismo, que hoy vuela hacia ustedes, centra su análisis en la esencia, crisis y decadencia de la compleja dialéctica de la moderna esclavitud asalariada y en su correlato, la insurgencia permanente del trabajo, cuya alternativa radical al orden capitalista: el comunismo, Karl Marx la descubre en las entrañas sistémicas de esta esclavitud y en la esencia comunitaria del trabajo proletario, así como en el trabajo de las comunidades y de los pueblos originarios del mundo. Cuestiones que se desarrollan en los cincos capítulos de esta obra.

Las burguesías del sistema capitalista implantaron en el planeta la moderna esclavitud asalariada en el siglo XVI. El capital es una compleja relación social clasista basada en la propiedad privada de los medios de producción y de los productos, sustentada a la vez en la explotación y el dominio de las fuerzas de trabajo, transformadas como la naturaleza, en mercancías y capital.

El fin supremo del capitalismo, su razón de ser es la producción de plusvalía y el expolio colonial a expensas de los proletarios, de los pueblos del mundo y de la naturaleza.

Esta moderna esclavitud asalariada ha sido naturalizada, eternizada, sofisticada y defendida por la compleja superestructura capitalista, particularmente por el Estado, el derecho, la ideología las nuevas tecnologías, la cultura, los complejos mediáticos y la educación, cuyos ejércitos de intelectuales y académicos sistémicos sacralizan el orden del capital con cinismo y frivolidad, y lo mantienen a sangre y fuego a través del terrorismo transnacional de Estado y las guerras de espectro total.

El capitalismo ha universalizado la mercantilización, cosificación y enajenación de todo, fundamentalmente de la vida; esta metamorfosis viabiliza su devastación sistémica con la misma frialdad con la que calcula sus ganancias.

El capital es la absoluta, es la negación de la naturaleza y de la humanidad, su crisis y decadencia, exacerba su carácter destructivo y parasitario.

Por lo mismo, este libro contiene la crítica radical de la dialéctica real y subjetiva del capitalismo, esa compleja totalidad clasista histórica y concreta regida por contradicciones antagónicas que giran en  torno a la medular contradicción capital-trabajo, la que define los límites de su existencia, sus crisis cíclicas y su decadencia, produciendo y reproduciendo a la vez las premisas reales, las armas y los sujetos de su propio fin, compleja dialéctica que Marx condensa en la permanente revolución comunista, negación dialéctica de la civilización capitalista.

El hilo conductor epistémico político de Karl Marx. Fin del capitalismo y los tiempos del comunismo es la compleja crítica dialéctica de Marx, de ese Marx complejo (“[…] que no cabe en ninguno de los cajones en que se ha dividido el saber universitario […]”[1]), de ese Marx radical, crítico, dialéctico, revolucionario, universal y concreto, comunista, de profunda humanidad y de profunda naturaleza, cuya visión integral y lucha se afirman y niegan hoy en la dialéctica real y subjetiva del capital y del trabajo del siglo xxi.

Como sostiene Fredric Jameson: “Nadie debería sorprenderse de que Marx siga siendo tan inagotable como el capital, ni de que cada adaptación o mutación del segundo confiera nuevas resonancias y acentos inéditos, pletóricos de nuevos sentidos, a los textos y a los pensamientos del primero”.[2]

Por lo demás, se trata del crítico más agudo del capitalismo, contrario al dogmatismo, liberalismo, reformismo; a los marxismos sistémicos y posmarxismos, al marxismo académico, a todas las enajenaciones, al eurocentrismo, al múltiple colonialismo y al cretinismo electoral.

Asimismo, la perspectiva de Karl Marx. Fin del capitalismo y los tiempos del comunismo, desvela tras el esplendor científico y tecnológico generado por las fuerzas de trabajo, la decadencia del capital, y desentraña la dialéctica comunista del trabajo en las condiciones concretas del capital imperialista de la época actual, caracterizada por la agresiva imperialización geopolítica de las fracciones imperialistas, cuyas transnacionales han intensificado, por un lado, la explotación y el dominio mundial de espectro total, de los seres humanos y de la naturaleza; y por el otro, la compleja lucha de clases, los movimientos anticapitalistas y las rebeliones de los pueblos y las comunidades originarias.

Importantes sectores de los modernos esclavos asalariados y de los pueblos oprimidos del orbe con mayor conciencia histórica tienden ahora a la revolución socialista, incubada por la decadencia sistémica de la civilización capitalista y por el propio fracaso del socialismo soviético, instaurado por la primera revolución proletaria triunfante del mundo después de la derrota de la Comuna de París.

La revolución bolchevique de 1917 inserta ya en la fase imperialista del capitalismo mundial, fue un intrincado proceso revolucionario internacional de los esclavos asalariados, de las masas campesinas y pobres de Rusia, que destruyó el sistema zarista, inició la construcción del socialismo y trastocó el orden mundial del capital a pesar del cerco imperialista. Sin embargo, esta grandiosa y compleja revolución fue incapaz de lograr sus objetivos estratégicos: la socialización integral, la revolución permanente, la internacionalización de la revolución y la liquidación de la civilización capitalista en lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Europa del Este, China y otras regiones, así como en el resto del mundo.

Sus premisas materiales y los sujetos fueron insuficientes y el inicial proceso socialista al enajenarse de la dialéctica de la revolución mundial y de la perspectiva comunista universal fue minado y destruido por el capitalismo mundial, que pudo mantener y desarrollar una compleja guerra interna y externa de intensidad diferenciada a partir de las contradicciones del capital que subyacían aún en todo el proceso soviético y en las pugnas interimperialistas entre el denominado campo socialista dirigido por la Unión Soviética y el Occidente imperialista encabezado por Estados Unidos, sintetizadas en la llamada Guerra Fría.

Los auténticos soviéticos y los marxistas críticos no comprendieron la necesidad histórica y concreta de la compleja revolución permanente de las revoluciones proletarias, previstas por Marx, quien advirtió que, a diferencia de las revoluciones burguesas:

[…] las revoluciones proletarias […] se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos; parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas; retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que sea crea una situación que no permite volverse atrás […][3]

La clave de la derrota temporal del trabajo en el curso del socialismo soviético fue la nueva producción y reproducción del capital mediante relaciones socialistas de carácter burgués. Por lo tanto, a 100 años de la Revolución de Octubre y a 150 de la publicación de El Capital, con el pensamiento y la obra de Karl Marx y del marxismo crítico, se puede construir y desplegar la compleja dialéctica de las armas de la crítica y de la crítica de las armas contra el capitalismo mundial, en las circunstancias concretas del siglo XXI, para superar la civilización capitalista, rescatar el metabolismo de los seres humanos entre sí y de éstos con la naturaleza, afirmando la compleja unidad dialéctica comunitaria libre y desalienada que Marx condensó en el comunismo. Bienvenida la crítica orientada a liquidar la actual esclavitud de los seres humanos y la naturaleza, que este libro pone en relieve buscando nuestro reencuentro comunitario en el corazón de Nuestra Madre Tierra.

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Notas

[1] Francisco Fernández Buey, Marx (sin ismos), Barcelona, El Viejo Topo, 2009, p. 10.

[2] Fredric Jameson, Representar El Capital. Una lectura del tomo i, México, FCE, México, 2013, p. 11.

[3] Carlos Marx, “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, en Carlos

Marx y Federico Engels, Obras escogidas, t. i, Moscú, Progreso, 1974, pp. 411-412.

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