El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl

junio 14, 2020
hombre sentido Viktor Frankl

 

Viktor Frankl era ya un psiquiatra y neurólogo reconocido cuando fue llevado a Auschwitz, en 1942. De sus vivencias en este y los otros campos de concentración donde pasó los tres años siguientes trata El hombre en busca de sentido. Pero no se confundan, esta no es una narración más sobre los campos de trabajo nazis: es la historia del hombre que utilizó su experiencia en ellos para la creación de lo que hoy se conoce como la tercera escuela vienesa de psicoterapia, que a diferencia de sus predecesoras -el psicoanálisis de Sigmund Freud y la psicología individual de Alfred Adler-, se centra en la necesidad, a veces subestimada, de encontrar un sentido en nuestra vida y acciones.

El libro consiste, sobre todo, en un análisis del impacto psicológico de las múltiples torturas cotidianas sufridas por los presos comunes. Es, no obstante, una obra en donde lo mejor del ser humano se resalta a través de personas que, pese a haber sido despojadas de su individualidad y su futuro, y degradadas a lo más bajo de la existencia, optaban a cada minuto por la vida, aun cuando en sus condiciones el suicidio, aparte de ser muy fácil, parecía el único camino a la felicidad. Una decisión que, como se muestra a lo largo del libro, no era el resultado de un mero impulso de conservación biológico, sino de la capacidad esencialmente humana de elevarse por encima de las circunstancias, y trascenderlas. Luego de ser liberado, Frankl dedicaría el resto de su vida a buscar los medios terapéuticos para potenciar dicha capacidad en sus pacientes.

En la época actual, tan llena de tensión e incertidumbre, y en la que el abandono transitorio de la rutina ha constituido para muchos una verdadera tragedia, El hombre en busca de sentido es una lectura más que apropiada. Sírvanos entonces como recordatorio de que si bien la realidad escapa a nuestro control, somos siempre libres de elegir la actitud que adoptamos hacia ella, desafiando así cualquier intento de determinismo, incluso ese tan cómodo con el que algunos pretenden responsabilizar a “la situación” y “el entorno” de sus actos menos virtuosos. Sirva además el ejemplo de este hombre que no se dejó victimizar por el nazismo como exhortación para imponernos al destino y asumir sin miedos la responsabilidad de construir una vida que sea, en cada momento, lo más digna y plena posible.

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