Aunque como parcas flores
De un ramillete mortuorio
Los veranos moradores
Entierren a sus hermanos
No sea fúnebre abalorio,
Ni graznido de infortunio
Mi camino, siempre angosto,
Días de agosto
Que llevan al plenilunio.
La noche comienza en junio
Y en navidad
Regresa la eternidad
El trágico mediodía
La dolorosa ironía
De descubrir las siluetas,
Que en lo oscuro misteriosas
¿Peligrosas?
Dan descripciones escuetas.
Y la ausencia de la ausencia
Me cegaba
Me quemaba
De brillar por su presencia.
Añoré mis alas bellas,
Negras, de ángel exiliado,
Como paraguas prestado
En esta lluvia de estrellas.
Serafines,
Tormenta de otros confines
Comprendí tras la vaguada
Y me alegro,
Lo seductor de la nada,
La elegancia de lo negro.
Foto por Jeremy Perkins