Foto por Jr Korpa
(…) la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca
Yo sueño. Tú sueñas. Todos soñamos. El ser humano sueña porque existe. Y vive porque sueña. Dormir es un acto normal en la actividad humana. El sueño es, a la vez, una necesidad biológica y un deseo espiritual, una meta. Se sueña dormido, pero también se sueña despierto. A este último es al que nos referimos en las palabras que siguen. «Soñar despierto», ¿quién no lo ha hecho? Es una actividad mental humana que por lo general se caracteriza por pensamientos positivos y futuros. Se pude soñar despierto el pasado, pero usualmente se realiza la actividad cognitiva para mejorar el futuro.
El sueño deviene en problema filosófico para el hombre por dos cuestiones. Primero, porque existen dos formas de sueño: una, dormir con los ojos cerrados en la necesaria actividad biológica que realizamos todos los días, generalmente en las noches, de manera instintiva. Carl G. Jung define lo instintivo como «un proceso inconsciente resultado de la irrupción a la conciencia de un contenido inconsciente, una idea (…). Es similar a un proceso de percepción, pero a diferencia de la actividad consciente de los sentidos y la introspección, la percepción es consciente. Por ello hablamos de la intuición como un acto de comprensión instintivo» y dos, el «soñar despierto», esto es el discurso autorreflexivo que los seres humanos hacen cuando piensan, reflexionan consigo mismo. Por ejemplo, el psicoanálisis junguiano plantea que los sueños permiten acceder al significado simbólico y profundo de las experiencias vivenciales. Y segundo, porque este último sueño, el «soñar despierto», lleva a situaciones reales pasadas, sucedidas, y sueña nuevas posibilidades futuras, por supuesto, mucho mejores, y sobre todo al visualizar lo-que-vendrá intenta hacerlo un «hecho», algo realizable. Soñar despierto es el discurso con el Yo interior; es una cuestión óntica, pues el ser dialoga consciente consigo mismo, pregunta sobre sí: exégesis de la realidad a partir de los factores. O sea, este segundo problema siempre busca los hechos, lo factual.
Facticidad es lo que existe de hecho y está desprovisto de necesidad, se sustenta en hechos. Está estrechamente relacionado con el Ser. Se trata de la condición de lo que tiene existencia de hecho. Es una realidad, tiene existencia. Pero la facticidad siempre es ontológica. Es ontológica en dos sentidos, 1) en que denomina la finitud del cuerpo humano y 2) en que no es posible cambiar lo sucedido en el pasado. La facticidad ontológica del sueño permite buscar en el pasado «algo» para hacerlo cambiable, y a la vez dialoga con la realidad corpórea humana y sus límites, pues en el «sueño» es donde único el hombre puede transgredir su finitud y volar a otro espacio-tiempo y cambiar la realidad.
Lo anterior nos lleva a otro aspecto de la facticidad de los sueños. Me refiero a la inmanencia y/o trascendencia de los sueños. Para que el sueño se haga real, factual, suceda, tiene que trascender la idea misma del sueño, esto es su essentia.
En un primer momento el sueño es inmanente a quien lo sueña y a sí, y en un segundo momento el sueño es trascendente porque transgrede al Ser y se transgrede a sí mismo. La esencia del sueño no simboliza nada si no llega a la existentia, es decir sin su Ser. Pero, como toda esencia del ente parte de su existencia, o sea, lo “que es” (essentia) tiene su ser (existentia), irreductiblemente la facticidad del sueño tiene que hacerse real para que de alguna manera perturbe al ser, de lo contrario quedaría sólo en ideas, pensamientos del yo. Resulta más fácil cuando el Dr. Martin Luther King dijo en oratoria encendida «I have a dream», no era más que el sueño de un hombre. Sin embargo, este sueño se convirtió en algo factual desde el momento en punto que el defensor de los derechos humanos lo expresó en la tribuna; o sea, su discurso ya no era su discurso, sino el de toda una generación que se apropió de la idea. Entonces, el sueño de Martin pasó de la esencia a la existencia, se hizo realidad. Después, ni hablar del cambio sucedido con los derechos raciales en los Estados Unidos a partir del sueño del doctor. Pero, el hecho fundamental aquí, y el que más nos interesa, es el primer paso del «sueño despierto» de un hombre individual a convertirlo en realidad para un grupo de seres humanos: es la facticidad del sueño.